La Ferrari 250 GTO es uno de los autos más buscados en todo el mundo a pesar que desde hace mucho tiempo no se fabrica. Sólo se produjeron 36 unidades, su precio de reventa fue siempre muy alto y fue un símbolo de la década del 60.

Hoy existe una gran gama de autos en el mercado para satisfacer las necesidades de cada uno de los conductores que están en el planeta. Más o menos sofisticados, caja manual o automática, deportivos o más para el día a día. Hasta algunos ya vienen con opción para conducción autónoma. Sin embargo, el auto más codiciado del mundo es uno que fue ícono en la década del 60 y que viene de la mano de una gran marca como Ferrari. Estamos hablando de la 250 GTO.

Vale destacar que este modelo tiene los tres precios más caros que se pagaron en una subasta o en una trasacción privada. Por uno de estos 36 ejemplares que se fabricaron en su momento se pagaron 80 millones de dólares. Una compra-venta entre dos coleccionistas. Ese ejemplar era color plata con naranja. Por una azul también se alcanzó la suma de 60 millones y por una roja tradicional que había sido reformada por el carrocero Scaglietti se abonaron 44 millones. Esta última operación la hizo la casa de subastas Sotheby’s.

Este vehículo pertenece a la variante de competición de la familia de los 250 que fabricó la marca italiana. Este modelo se produjo entre el 53 y el 62. Las siglas GTO derivan de “Gran Turismo Omologata” y es la forma que encontró Ferrari para darle más exclusividad a la hora de conducir un vehículo de la firma de Maranello. Apenas se fabricaron 36 unidades entre el 62 y 64. La gran mayoría alcanzaron muy buenos resultados en distintas competencias de la época.

La 250 GTO se trata de una berlinetta de dos plazas con motor delantero y tracción trasera. Su impulsor es un V12 de 3 litros capaz de alcanzar 300 caballos de fueras en la gran mayoría de los construidos. Hay una variante más potente con 4 litros y 330 CV. Un auto hecho para rugir porque lograba 280 kilómetros por hora como tope. Dentro del habitáculo estaban las cosas justas y necesarias como controles de performance, temperaturas y fuídos. Bien de carreras.

¿Qué tanto tiene de especial? El origen es el primordial. Su aparición fue para desembarcar de lleno en las carreras conocidas actualmente de Endurance o de larga duración. Como por ejemplo las 24 Horas de Le Mans o la Targa Florio. Esta última muy emblemática por combinar rally y resistencia. En aquel entonces quedarse con el triunfo te ponía en la elite del automovilismo.

Si decimos que la estética estuvo a cargo de Pininfarina no hay mucho para agregar. La estética está bien marcada en los 60. Su frente es bien poderoso al tener que cargar con el V12. Las líneas de su carrocería son bien definidas, pero no pierden la finura. Los costados rozan la perfección. Realmente es imposible no rendirse ante un ejemplo del 250 GTO. Mezcla lo vintage con lo que siempre pregonó Ferrari.

En 2018, más precisamente en Monterey (California), se llegó al techo máximo de un auto vendido en subasta. De las 36 250 GTO que se produjeron hubo cuatro que fueron elegidas para ser modificadas por el carrocero Scaglietti. Una de ellas, la del chasis número 3413, fue por la que se pujó y su valor alcanzó los 44 millones de dólares. De ese cuarteto fue la única que salió a la venta. En su momento, formó parte del equipo Ferrari en el Campeonato GT Italiano de 1962, donde la escudería ganó el primer de sus tres títulos consecutivos.

Ese modelo siguió en competencias oficiales hasta 1965 y después pasó a las carreras de autos vintage. En total tuvo siete propietarios. Gregory Whitter, un coleccionista importante, fue el anteúltimo en tenerla en su poder. Desde el 2000 comenzó su vínculo con la 250 GTO manteniéndola en perfecto estados hasta la subasta en Monterey. Gracias a su conservación pudo alcanzar la suma de 44 millones de dólares.

Otro que tuvo una época dorada fue la del chasis 3387. También acumuló victorias en diversas carreras. De Maranello salió el 16 de marzo de 1962 para desembarcar en el circuito de Monza y comenzar con las primeras pruebas. Acto siguiente fue transportada a Estados Unidos donde fue entregada a North American Racing Team de Luigi Chinetti, el primer importador oficial de Ferrari en el país americano. Apenas seis días después de producida ya había ganado en las 12 horas de Sebring.

Ese mismo año también consiguió el tercer puesto de su clase en las 24 horas de Le Mans. En 1965 fue el momento de retirarse de las competencias después de muchos logros más. En 1968 pasó a tener otro dueño, el cual sólo abonó 2500 dólares, la pintó de rojo y la restauró por completo. En 1997 fue nuevamente vendida, esta vez por 125 mil dólares. Allí, Bernie Carl, su dueño, la volvió a pintar de su color original.

Recién en 2016 se volvió a hablar del chasis 3387. El motivo era que volvía a estar a la venta por Talacrest, el especialista más prestigioso de Ferrari en Reino Unido. Por aquel entonces la unidad había sido restaurada por completo y se suponía que iba a alcanzar un valor exorbitante. Y así lo fue. Fueron 60 millones de dólares los que se abonaron para adueñarse de este ejemplar.

Pero si hay que hablar de precios por las nubes hay que mencionar claramente a la del chasis 4153 GT, la misma que a mediados de 2018 fue vendida por 80 millones de dólares. La trasacción se realizó entre el vendedor Christian Glaesel, coleccionista y piloto alemán, y el comprador David MacNeil, empresario autopartista estadounidense.

La historia de esta unidad tan particular arrancó perteneciendo a los equipos belgas Ecurie Francorchamps y Equipe National Belge. Por tal motivo tiene las raya amarillas en su carrocería plateada. En 1963 terminó en cuarto lugar en las 24 Horas de Le Mans. Al año siguiente se consagró en el Tour de Francia, una carrera muy prestigiosa de 10 días. Entre el 64 y 65 estuvo presente en 14 competencias incluyendo el Gran Premio de Angola.

Gran parte de su vida estuvo vinculada a la competición. Entre 1966 y 1969 fue propiedad de Eugenio Baturone en España. A fines de la década del 80 fue comprada por Henri Chambon, quien la manejo en distinto eventos históricos, hasta que se la vendió a Nicolás Springer en 1997. El suizo compitió con la 250 GTO dos veces en Goodwood Revival. Finamente en el 2000 se desprendió de la misma dejándola en manos de Herr Grohe por 6 millones de dólares. Tres años más tarde fue Chistian Glaesel quien la llevó a su garaje.

Después fue restaurada por DK Engineering, una empresa británica especialista en Ferrari y logró la certificación Ferrari Classiche en 2012. Como contamos anteriormente en el 2018 fue vendida nuevamente alcanzando los 80 millones de dólares. Gracias a que nunca tuvo un gran accidente y toda su historia detrás hicieron que alcanzara ese valor.

Claramente la Ferrari 250 GTO realmente una joya de la industria automotriz y está muy lejos de desvalorizase con el paso del tiempo. Más bien pareciera que su precio va en ascenso y no tiene límites, lo que convierte a este modelo en ser el más codiciado del planeta a pesar que ya casi tiene 60 años de vida.