El ex tenista Guillermo Pérez Roldán contó el calvario que sufrió con su progenitor y entrenador.

El ex tenista argentino Guillermo Pérez Roldán conmovió a todos en una nota realizada por el colega Sebastián Torok, para el diario La Nación. Antes de ir al hueso, un breve repaso sobre quien fue Guillo: nació en Tandil, cuna de grandes tenistas, tuvo una destacada actuación en el circuito ATP, donde llegó a estar 13° en el escalafón mundial y supo lo que es ganar torneos, logró 9 trofeos en 20 finales, todos sobre polvo de ladrillo (también las finales), su superficie predilecta. Dejó el tenis a mediados de la década del 90’, sin estridencias, y se afincó en Italia, despareciendo de las luces y los flashes de la elite del deporte blanco. Había sufrido tres operaciones en su muñeca derecha, que aceleraron su decisión de retirarse de los courts a los 27 años.

Yendo al hueso, ahora sí, Guillermo Pérez Roldán conmovió a propios y extraños en la entrevista, en forma impactante. Declaró la influencia negativa que representó para él su padre Raúl, quien lo entrenó desde niño en la ciudad serrana, sin filtro y con datos precisos: “Mi padre fue un visionario, un gran entrenador, pero para mi desgracia, yo era su hijo. Ojalá hubiera tenido un mejor padre y un peor entrenador.” Para empezar, desgarrador lo que describe Guillo, hoy de 50 años de edad y radicado en Chile, trabajando como formador de tenistas juveniles.

Siguió explayándose Guillermo Pérez Roldán, también representante de Argentina en la Copa Davis, sin pelos en la lengua: “No tengo ningún contacto con él, aunque mientras esté con vida, espero volver a verle algún día, al fin y al cabo, es mi padre. Ojalá algún día me abrazara y dejara de verme como una fuente de ingreso. La traición de un padre a un hijo es algo horrible. Lo invité a mi boda, me pidió perdón, y al otro día me estaba cagando (sic) otra vez”.

Prosiguió Guillermo Pérez Roldán: “Había ocasiones en que perdía un partido, llegaba a la habitación y me pegaba una trompada en la boca. También me metía la cabeza en el inodoro o me daba con un cinturón. Y por supuesto, me robaba todo el dinero que ganaba”. Desgarrador el testimonio del tandilense, quien aseveró que el comportamiento de Raúl era igual con su hermana Mariana, pero al despegar su carrera se centró en él, dejando a un lado a Mariana. Finalmente, Rocky (apodo impuesto en el mundo del tenis, por la fuerza de sus golpes) despidió a su padre a los 19 años, ya que le resultaba imposible focalizarse en su profesión.

No termina ahí el desencanto de Guillermo Pérez Roldán, ya que Raúl le robó el dinero que había ganado a lo largo de su trayectoria, ya que figuraba como apoderado en sus cuentas bancarias. Así que, de repente pasó a no tener nada en lo económico a los 24 años, cuando debía tener millones de dólares, ganados con el sudor de su frente y su talento tenístico. Debió empezar de vuelta, con una carrera que iba llegando a su fin por la lesión en su muñeca, producto de haber defendido a su papá en Milán, quien era agredido por dos personas en una estación de servicio, y Guillermo intervino para protegerlo, llevando la peor parte y afectando la más importante de sus herramientas para el tenis, la mano derecha.

Durísima la historia de Guillermo Pérez Roldán, pero pudo, gracias a Dios, rehacer su vida y formar familia. Se casó dos veces y tiene hijos en los dos matrimonios. Sigue vinculado al tenis, su pasión a pesar de todo, trabajando de formador de juveniles en Italia y Chile, su país de residencia hoy en día. Sus revelaciones sacudieron a todos, no solo al mundo del tenis, que conoce de historias de padres maltratadores y manipuladores de las carreras de sus hijos.