En la previa parecía no haber equivalencias. River está por jugar la final de la Copa Libertadores de América, está a un punto de los líderes de la Superliga, tiene un funcionamiento aceitado y un técnico ganador como pocos llamado Marcelo Gallardo. Estudiantes está haciendo una buena campaña en el grupo “A” de lo que antes era la “B Nacional” y ahora se llama “Primera Nacional”, o sea la segunda categoría del fútbol argentino. Pero lo lindo que tiene el fútbol es que en 90 minutos puede pasar cualquier cosa. Y si la Copa Argentina tiene un atractivo es que no siempre gana el favorito. Es un torneo donde los análisis previos y la lógica quedan totalmente de lado.
Por eso Gallardo no quería descuidarse y puso todo lo mejor en cancha. Es más, necesitaba que el equipo que tiene en mente para jugar “la frutilla del postre”, como él sostiene, frente a Flamengo, tuviera rodaje. Por eso alineó el equipo que muy probablemente arranque la final de la Libertadores en Lima. Estudiantes le opuso una tenaz resisitencia y logró incomodar al campeón de América con un planteo conservador, con cinco defensores y una muy buena presión a partir de mitad de cancha que cortaba circuitos de juego y reducía espacios a los hábiles jugadores del Millonario. Eso sí, no llevaba peligro al arco de Armani salvo por alguna pelota detenida o un disparo de larga distancia. Y para colmo, en el tiempo adicionado a la primera etapa, De la Cruz exigió con un muy buen remate al arquero Altamirano que mando la pelota al córner. De ése tiro de esquina, Martínez Quarta alcanzó a peinar la pelota y Pinola, entrando de arremetida por el segundo palo, fusiló al arquero de Estudiantes. Con el 1 a 0 se fueron al descanso y parecía difícil que la cosa se revirtiera.
En el complemento el equipo de Caseros tuvo que salir a buscar el empate y dejó algunos espacios que River aprovechó. Y aparecieron algunas polémicas. El árbitro Mauro Vigliano le anuló un gol a Borré por una posición adelantada previa que no existió y no cobró lo que pareció ser penal contra Matías Suárez. Pero probablemente la jugada que más revuelo armó fue a un par de minutos de terminar el partido, Figueroa remata desde lejos, Armani da un rebote largo y tarda en reincorporarse, dándole tiempo a Díaz a disputarle el balón y a convertir el gol. Vigliano cobra foul contra el arquero e invalida el tanto, provocando las airadas protestas de los jugadores de Estudiantes. En la repetición se ve cómo Armani llega a aprisionar la pelota contra el suelo y eso, para el reglamento, es tener la posesión, por lo que no se la puede disputar.
Quedaron cinco minutos de tiempo agregado y Estudiantes fue a buscarlo con todo. En la última jugada, Vigliano permitió ejecutar un tiro de esquina que hasta el arquero había ido a cabecear. Como suele suceder, del rechazo vino la contra que terminó en el gol de Palacios a los 96´sin oposición ni siquiera del arquero Altamirano que volvía corriendo desesperado.
River eliminó a Estudiantes de Buenos Aires y era lógico. Las sorpresas adversas no parecen estar hechas para este equipo que va a jugar una nueva final de Copa Argentina, esta vez frente a Central Córdoba de Santiago del Estero. River vino a poner la lógica en una copa que no la tuvo.