Argentina cayó con España 95 a 75 y no pudo obtener el Mundial de Basquet en China.

La sensación que tenemos todos es de amargura. Porque nuestra selección de básquet venía jugando extraordinariamente bien habiendo dejado en el camino a equipos que en los papeles eran superiores como Serbia y Francia. El rival en la final era nada menos que España, siempre acostumbrada a pelear los torneos bien arriba y a ser medallista.¿Por qué no ganarles también a ellos? Esa era nuestra ilusión y la de todo el equipo. Sin embargo la final fue como despertarse de un sueño.

España fue superior de principio a fin. Argentina nunca logró meterse en el partido, parte por defectos y nervios propios, parte porque su rival no lo dejó. Así como contra Francia todo lo que tiraban lo embocaban, hoy fue al revés, parecía que la pelota no quería entrar. El porcentaje de efectividad bajó notablemente y nuestra defensa no fue tan asfixiante como en el resto del torneo. El duelo lo ganaba España que se escapaba en el marcador.

Nosotros, desde acá lejos, tratábamos de explicarnos qué sucedía. La televisión nos traía imágenes a las que no estábamos acostumbrados. Jugadores argentinos con caras de preocupados, pelotas que rebotaban en el aro y salían, españoles que convertían puntos con cierta facilidad. Los más chicos nos preguntaban a los más grandes qué estaba pasando. Y lo único que se me ocurrió decir es que Argentina tuvo un mal día justo el día más importante. Además de estar enfrentando a un gran rival, parecía que no salía nada.

Algunos pueden hablar de decepción. Y es lógico, estando tan cerca del escalón más alto. Pero si antes de empezar el torneo nos ofrecían el subcampeonato, firmábamos sin dudarlo. Este equipo nos regaló momentos inolvidables. el interés de la gente fue creciendo, como es lógico, a medida que se iba avanzando. En el primer artículo que publicamos les decíamos a nuestros lectores que siguieran a este equipo porque no los iba a defraudar. No solo no nos defraudó. Nos llenó de orgullo.