Venció 1 a 0 a Athlético Paranaense en Curitiba con gol de Alexis Mac Allister

Los partidos hay que jugarlos. Pero en la previa parecía que los dioses no estaban con Boca. Un equipo que viene de la pre temporada con poco rodaje, visitando a un rival que de local en pasto sintético lo había vapuleado 3 a 0 en la fase de grupos, que se había mostrado duro en la derrota 2-1 en la Bombonera, a quien había que enfrentar sin la pareja de marcadores centrales titulares (Lisandro López lesionado e Izquierdoz suspendido), sin casi refuerzos (sólo arrancó de titular Alexis Mac Allister) y sin su centrodelantero emblema, Benedetto, que no viajó por una lesión y que continuará su carrera en Francia sin despedirse de la gente. Alfaro miraba al cielo y no veía ni un guiño.

Entonces Boca encaró este partido como lo que era, una final. Sus jugadores corrieron, metieron y cuando pudieron jugaron. Sin duda tiene jugadores de calidad que podían marcar la diferencia. Pero el juego se caracterizó por la intensidad más que por el virtuosismo. Así y todo generó situaciones, siempre entrando al área. Alguna de Wanchope con pelota dominada que intenta eludir al arquero Santos y se abre demasiado, algún centro buscapié que no encuentra el botin que empuje la pelota adentro, algún desborde que termina siendo despejado con apuro por un defensor. Sin jugar bien, Boca era peligroso.

Por el lado del Paranaense, un leve dominio territorial y una ausencia de ideas futbolísticas llamativas al llegar a tres cuartos de cancha. No entraba al área. Todas las jugadas de peligro fueron con remates desde afuera, a veces controlados por un Andrada muy elastico, otras que se iban desviado por muy poco.

El partido se iba terminando con un empate de visitante que era bueno para Boca pensando que dentro de una semana la revancha será en la Bombonera. Pero Alexis Mac Allister agarra como viene una pelota a la altura de la media luna, y con un impecable derechazo que tiene un leve desvío en Pedro Henrique pone la pelota en el ángulo izquierdo de Santos, dejando sin respuesta al arquero. 1 a 0 para Boca con un tiro desde afuera del área, cuando siempre había intentado ingresar en la zona peligrosa con jugadas o centros. Lo definió con la fórmula que más había intentado su rival. Y el héroe era uno que casi nadie tenía en cuenta.

Falta muy poco. Boca trata de enfriar, Paranaense de apurar. Parece todo controlado. Pero es Brasil. Y hay VAR. El delantero Rony se le escaba por el costado a Mas en tiempo cumplido y, mientras el defensor cubre la pelota y el arquero Andrada sale a contenerla, el brasileño se tira sin que haya contacto. El árbitro uruguayo Daniel Fedorczuck no cobra nada, pero a instancias del VAR revisa la jugada y señala el punto del penal. El reloj marcaba 95 minutos cuando Marco Ruben, el verdugo de Boca que le hizo tres goles en esa misma cancha, el que siempre le convierte con cualquier camiseta, ejecuta fuerte a la izquierda de Andrada mientras el arquero va a la derecha. Pero los dioses del fútbol, esos mismos que le habían complicado todo a Boca en la previa, deciden que por hoy ya estaba, que esa pelota no tenía que entrar porque no había sido penal, y hacen estallar el poste izquierdo ante la mirada incrédula de todos. “Justicia divina” dicen algunos.

Boca se trajo un triunfazo 1 a 0. La revancha será el miércoles que viene en la Bombonera. Y será otra final. Tiene una linda ventaja, pero nada está dicho. No se olviden que los dioses del fútbol pocas veces son justos pero siempre, siempre son caprichosos.