Cuando vas a ver una película de Tarantino lo primero que tenés que saber es que vas a ver una película escrita y dirigida por Quentin Tarantino.

‘Once upon a time in Hollywood’ tiene todos los condimentos de su cine y la capacidad que tiene para instalar un tema central y rodearlo todo tiempo haciéndolo parecer menos importante que las historias paralelas que se desarrollan en la cinta.

Rick Dalton es un famoso actor de Hollywood, interpretado por un magistral Leonardo Di Caprio (teléfono Academia) que lucha por no desaparecer de los primeros planos. Brad Pitt es su doble de riesgo y casi su sombra, al cual las mieles de la fama parecen no importarle tanto como la integridad física y emocional de su compañero.

Y así empiezan a desfilar los personajes y los mundos alternos donde aparecen una insipiente Margot Robbie, Al Pacino dando clase, Kurt Russell, Dakota Fanning, Emile Hirsch, Luke Perry (R.I.P.) y algunos nombres secundarios que suman para la impronta Tarantiniana donde todos son partes de una gran historia que parece nunca terminar.

A Quentin le gusta reivindicar a los perdedores en sus películas y esta vez no hace la excepción. Dalton, con algunos momentos y guiños a ‘El lobo del Wall Street’ y Cliff Booth, un Brad Pitt con aires de Gorlami en ‘Inglorious Basterds’ (¡hay mini referencia a esta película!) son dos grandes perdedores que asumen el papel de héroes y así convierten un final cantado en un baño de sangre que cambia su cauce.

Tarantino lo vuelve a hacer, nos pone incómodos, no respeta métricas, elije cada canción con precisión de un cirujano, hace su mejor casting y nos regala una película que no es para cualquiera. Al fin y al cabo tampoco queremos que Tarantino sea popular.