Brasil se convirtió en el país con la tasa de contagios diaria más alta del mundo. Solo en la última semana, el país sudamericano representó el 13% de todos los nuevos casos de contagios a nivel mundial.

El último boletín del Ministerio de Salud divulgado reportó 13.140 nuevos casos de COVID-19 en las últimas horas, convirtiendo a Brasil en el tercer país con más infectados en el mundo.

Con ese balance, la cifra de contagios ascendió a 254.220, y superó al Reino Unido (247.706) en el tercer lugar de la lista de países con más casos de coronavirus.

Durante la última semana el crecimiento de contagios fue exponencial. En apenas unos días el país sudamericano superó a Italia y España en el total de infectados. Los más afectados según los datos de la Universidad Johns Hopkins siguen siendo Estados Unidos (1.496.509) y Rusia (290.678).

Hasta este domingo, cuando se reportaron 241.080 infectados, los nuevos casos diarios crecieron un 5,5% de media en la última semana. En Rusia la tasa de crecimiento es del 4,1%, mientras que en Estados Unidos las nuevas infecciones crecen en promedio alrededor del 1,6% diario.

Según Bloomberg, en promedio, más de una de cada 10 nuevas infecciones en todo el mundo pueden registrarse en Brasil.

Además, el nivel de preocupación aumenta ya que las autoridades estiman que la tendencia es que los números de contagiados y muertos sigan creciendo de forma exponencial hasta julio, para cuando se espera el pico de la curva de incidencia.

Bolsonaro Presidente de Brasil,es uno de los gobernantes más escépticos sobre la gravedad de la pandemia, ha llegado a calificar el COVID-19 como una “gripecita”.

En los últimos días, sostuvo que el coronavirus “va a contagiar al 70 % de la población tarde o temprano” y “va a matar mucha gente” sin importar las medidas de distanciamiento que se adopten.

 “Nunca lo dije y ni lo voy a decir, pero teníamos nuestros estudios de escenarios de números de casos y muertes. Nada de lo que está ocurriendo hoy es sorpresa para el Gobierno”, declaró el ex ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, durante una entrevista con el diario Folha do São Paulo.

El funcionario, defensor de las medidas de confinamiento para contener el brote, fue destituido hace poco más de un mes por el presidente Jair Bolsonaro, quien rechaza el distanciamiento social.

La tensión interna aumentó la semana pasada tras la renuncia de Nelson Teich, quien sucedió como ministro de Salud a Mandetta sin cumplir un mes en el cargo. El motivo de la dimisión fueron las “incompatibilidades” con el jefe de Estado en la gestión de la pandemia.

Tres ministros de salud en menos de un mes; menos de 3.500 pruebas por millón de personas; ninguna guía federal clara sobre cómo enfrentar la pandemia; y políticas de contención variadas y descoordinadas”, describió Alejo Czerwonko, un estratega de mercados emergentes de UBS Financial Services, en una nota a los clientes, y citado por Bloomberg. Por esa razón, subrayó, “no es sorprendente que Brasil” sea un nuevo epicentro del COVID-19.

En esa línea se pronunció Thomaz Favaro, analista político de Control Risks, quien criticó la falta de coordinación entre los gobiernos federales y locales de la región: “Nada se compara con el nivel de caos que estamos viendo en Brasil”.

“La forma en que están desincronizados reduce el impacto de las medidas. La comunicación es la principal herramienta que tienen los gobiernos para luchar contra la pandemia, y con tantos mensajes diferentes, reduce el poder del aislamiento social y crea un paisaje fértil para las noticias falsas y las teorías de conspiración”, apuntó.

Mientras gobernadores y alcaldes defienden medidas de confinamiento, el presidente brasileño, que ha hecho más foco en el impacto económico, las rechaza y convoca a la población a seguir con su vida normal.

La gobernación de San Pablo, el estado más poblado y afectado por la enfermedad, admitió que estudia imponer una cuarentena total debido a que las medidas de distanciamiento social hasta ahora adoptadas no se han mostrado efectivas y a que ya espera un colapso en su sistema de salud.

Este domingo el alcalde Bruno Covas indicó que en la ciudad las camas del sistema público de salud con unidades de cuidados intensivos están en un 90% ocupadas y las camas de enfermería en un 76%. “La tasa de contaminación sigue alta y el sistema está próximo al colapso”, alertó.

Bolsonaro, por su parte, volvió a encabezar una masiva manifestación el domingo, desafiando nuevamente las directrices sanitarias contra las aglomeraciones.

Respecto a la renuncia de Teich, el fin de semana consideró que no hay prisa por elegir a un nuevo ministro.

Por el momento permanece interinamente en el cargo el general militar Eduardo Pazuello, quien no es médico.

Mandetta aseguró que alertó sobre la gravedad de la pandemia a Bolsonaro y le dijo que el número de muertes “sorprendería”, pero que el jefe de Estado estaba más preocupado con la paralización económica.