
En su reciente cita con el público Joaquín Sabina ofreció, contra todo pronóstico, la más rotunda gira de su dilatada carrera, donde la ilusión, profesionalidad y experiencia del maestro de Úbeda vencieron el pulso al vértigo inicial, contagiando alegría y energía a sus músicos, impregnando las interpretaciones de una inusitada y arrebolada sensibilidad y ganándose a un respetable —más de 700.000 personas en casi 60 conciertos por una docena de países a ambos lados del Charco — que se volcó, entusiasmó y conmovió hasta ese punto de mágica alquimia donde confluyen el aplauso fervoroso, la lágrima de emoción y ese ánimo costalero con el que, de haber sido posible, le hubiesen sacado a hombros tras cada uno de los recitales.
Al calor de esas mieles y por la llana cortesía de no abandonar la fiesta sin despedirse, Joaquín Sabina ha decidido subir de nuevo a los escenarios para saludar por última vez antes de bajar el telón. Una gira donde decirnos, donde decirse, HOLA Y ADIÓS. Recordamos que Buenos Aires será el único escenario testigo de esta despedida.