
El jueves 3 de abril a las 21.39 Natalia Ocampo compartió una foto en su cuenta de Facebook que preocupó a muchos de sus seguidores. "Nací para ser libre, no asesinada", escribió con su foto de fondo y un filtro color violeta.
Natalia era cordobesa, diseñadora de indumentaria y tenía 47 años. No era habitual que realizara esta clase de posteos, pero estaba atravesando una conflictiva separación con denuncia judicial incluída y una restricción perimetral. Temía por su vida.
Tres días después de la publicación, pasado el mediodía, el silencio habitual de la calle Uruguay al 5300, en la zona oeste de Rosario, se rompió cuando se escucharon seis detonaciones de arma de fuego. Natalia y un hombre que la acompañaba, identificado como César Gastón Valenzuela, de 48 años, eran ejecutados a tiros en el interior de una casa que la mujer alquilaba por habitaciones.
No se trataba de una venganza narco ni un ajuste de cuentas, tan comunes en la ciudad de Rosario. El autor del doble crimen era el ex marido de Natalia: Aníbal Ramón Cabaña, de 61 años, quien horas después se entregaría a la policía y confesaría los asesinatos.
Natalia y Aníbal habían convivido durante 16 años. Se casaron en 2017 y tenían un hijo, pero la relación estaba quebrada, con denuncias por amenazas y un entorno atravesado por la violencia de género.
Según la investigación, la relación terminó apenas dos o tres semanas antes del crimen, con una denuncia presentada por la mujer que derivó en una medida de restricción de acercamiento. Pese a ello, el femicida mantuvo en su poder las llaves del domicilio y también el teléfono celular de su expareja.
“Estamos evaluando una figura agravada, como es el femicidio, en el contexto de violencia de género que surge de los antecedentes de esta relación”, explicó el fiscal Alejandro Ferlazzo en una conferencia de prensa realizada este lunes, donde también confirmó que el acusado se presentó voluntariamente en la comisaría 19ª acompañado por dos amigos. Ambos quedaron demorados inicialmente pero recuperaron la libertad al corroborarse que no habían participado en el crimen. Según declaró el propio acusado, ellos fueron quienes lo convencieron de entregarse.
Según el fiscal, Aníbal ingresó a la vivienda con una pistola y disparó al menos seis veces. Las balas alcanzaron a Natalia y a Valenzuela, quien había comenzado a vivir en esa casa hacía aproximadamente un mes. Aunque algunas versiones sugerían que ambos mantenían una relación sentimental, el fiscal fue prudente: “Algunos testimonios nos han indicado que sí, pero lo único que tenemos asegurado es que estaba viviendo allí desde hacía aproximadamente un mes”.
En la casa también residían al menos otras tres personas, ya que Natalia subalquilaba habitaciones. Una de ellas estuvo muy cerca del lugar donde se produjeron los disparos, pero salió ilesa. Ya se tomaron declaraciones a todos los inquilinos, quienes fueron incorporados a la causa como testigos.
Mientras se acumulan pruebas, los investigadores revisan el legajo de la denuncia por amenazas que Natalia había presentado semanas atrás, en busca de comprender el contexto de violencia que derivó en la tragedia. “Estamos frente a un caso en el que la víctima ya había pedido ayuda. La denuncia previa y la restricción de acercamiento están documentadas, y ahora debemos analizar si esa violencia previa fue el motivo del desenlace fatal”, sentenció el fiscal.
LN