
En un nuevo acto por mostrarse ante el mundo como una agrupación de lucha y resistencia, pero desde el lado político, el grupo Hamás ha presentado, en las últimas horas, un pedido formal al Reino Unido para que los ingleses eliminen de su listado de organizaciones terroristas a esta agrupación que, de más está decir, es la responsable de perpetrar la peor masacre contra Israel en los últimos tiempos y que persigue (como principal objetivo) la eliminación de dicho Estado, tal como figura en su carta fundacional.
Cabe destacar que Gran Bretaña incluyó a Hamás en dicho listado en el año 2001, y que 20 años después, en 2021, hizo lo mismo con la rama política, sosteniendo (en aquel entonces) que no existe una diferencia real entre ambas.
Según señaló Musa Abu Marzouk, jefe de relaciones internacionales de Hamás, la decisión británica de proscribir al grupo se debe “al apoyo que el Reino Unido ha brindado, históricamente, al sionismo y la ocupación” al tiempo que los acusó de ser cómplices del genocidio contra el pueblo palestino.
No resulta casual que Hamás presente este pedido y, mucho menos en este momento. Actualmente las negociaciones que debe llevar adelante para liberar a los 59 secuestrados que permanecen en la Franja de Gaza desde hace 18 meses, se encuentran empantanadas tras una infinidad de negativas por parte de los terroristas que pretenden, como punto principal para cualquier charla, la promesa de que primero Israel finalice la guerra y retire a las FDI de la zona; cosa que, el gobierno de Netanyahu, ya ha dicho varias veces que no sucederá hasta que todos los rehenes regresen a casa.
Entonces, acudir a “pedidos políticos” puede leerse como una estrategia que busca mostrarse como el “bueno de la película” y así evitar el camino concreto que deben tomar para liberar a los secuestrados, desarmarse y entregar el poder de la Franja.
Pero tampoco es casual que el pedido sea realizado a Inglaterra antes que a cualquier otro país.
Si bien en los últimos años, casi toda Europa se ha visto superpoblada por inmigrantes musulmanes, lo cierto es que Inglaterra es uno de los sitios donde se concentra la mayor cantidad de esta población.
Hoy por hoy, la comunidad musulmana ocupa un lugar muy grande en varias ciudades, y en especial en Londres, por lo que no es ingenuo pensar que Hamás realiza este pedido, no por el mero hecho de no ser más considerados terroristas, sino como una forma de presionar al gobierno británico, “jugando” con la idea de cual podrá ser (a nivel interno, en la sociedad) la reacción de esta comunidad, en caso que la respuesta al pedido sea negativa.
De esta manera, Hamás puede lograr poner a Inglaterra en una encrucijada diplomática, que podría serle difícil de sortear.
Para el reinado de Gales, cualquier forma de apoyo a organizaciones que son consideradas como terroristas, está prohibido en su territorio.
Entonces, en la lógica, la respuesta debería ser una y muy directa. No quitar a Hamás de esa lista.
Pero Hamás cuestiona la “amplitud” con la que se define el concepto de terrorismo.
Sí, suena ridículo pero el mismo grupo que mata, viola, incinera a más de 1.200 personas y que secuestra a más de 250 también pretende decidir cuál debiera ser (a su gusto) la denominación de la palabra terrorismo.
Inglaterra atraviesa una etapa de cambio. El primer ministro, el laborista Keir Starmer tiene menos de un año en el cargo, y afronta la ardua tarea de estabilizar al país. Además, todavía no es lo suficientemente fuerte, en cuanto a su presencia mundial.
Por otro lado, el reinado también pasa por un momento de incertidumbre.
Carlos III transita un cáncer que ha sido diagnosticado como terminal y poco se sabe de lo que vaya a pasar con la corona cuando él ya no esté y el mando pase a su hijo, el príncipe Guillermo.
En ese momento se deberá evaluar, si la función de los reyes tiene que continuar con un mandato conservador como lo ha sido a lo largo de la historia, o si será más conveniente darle un aire fresco y rejuvenecido que lo acerque más al pueblo.
De esta manera, Hamás se aprovecha del tenso clima y pretende “arengar” a la población musulmana del Reino Unido para que, en caso de no recibir una respuesta favorable, estos salgan a manifestarse generando un caos social que, definitivamente, a los ingleses no les gusta tener.
Llegado el caso, Starmer deberá controlar un caos interno que puede derivar en una escalada de violencia por parte del gran segmento de simpatizantes de Hamás que hay entre la población inglesa-musulmana.
Ahora bien. Si la respuesta de Inglaterra fuera favorable a Hamás, el primer ministro deberá afrontar una interminable lista de líderes mundiales que le pedirán explicaciones.
Seguramente Trump no vea con buenos ojos que un país que es aliado en la lucha contra el terrorismo, le de el visto bueno a la organización que, hasta octubre del año pasado, era liderada por Yahya Sinwar.
Hasta el momento, el ministro de realciones exteriores de Gran Bretaña, David Lammy, y su par en la cartera de Interior, Yvette Cooper, no se pronunciaron al respecto y sólo atinaron a responder que “no figura en agenda de gobierno tratar asuntos relacionados con organizaciones proscritas”.