25/04/2025 - Edición Nº808

Internacionales

Futuro vs pasado

Elecciones en Ecuador: entre la megalomanía y la corrupción

12/04/2025 | Las elecciones de este domingo enfrentan a candidatos con visiones antagónicas mientras el fantasma de Rafael Correa sigue marcando el rumbo político del país.



Ecuador se encuentra nuevamente en un momento decisivo de su historia política. Las elecciones presidenciales de 2025 se celebran este 13 de abril en un clima de incertidumbre, marcado por dificultades económicas, inseguridad y polarización ideológica. Tras años de inestabilidad institucional y cambios abruptos de liderazgo, los ecuatorianos se disponen a elegir un nuevo mandatario con la esperanza de recuperar el rumbo y superar los desafíos estructurales que arrastra el país.

La economía, que ya venía resentida desde la pandemia y la caída de los precios del petróleo, ha sufrido un deterioro aún mayor por la inflación, el desempleo y el crecimiento de la deuda externa. A esto se suma una creciente ola de violencia vinculada al narcotráfico, que ha desbordado las capacidades del Estado para garantizar la seguridad pública. En este contexto, los comicios no solo definen al próximo presidente, sino también el modelo de país que los ecuatorianos desean construir.

En cuanto al escenario electoral, está dominado por dos figuras principales. Por un lado, el candidato oficialista Daniel Noboa busca capitalizar su experiencia empresarial y una imagen de tecnócrata moderno. Aunque joven, ha tratado de presentarse como una alternativa moderada y alejada de los extremos que han dividido al país en los últimos años.

Por otro lado, Luisa González emerge como la candidata del correísmo, el movimiento político fundado por el expresidente Rafael Correa. Abogada y exasambleísta, González ha sido una figura clave en el entorno del exmandatario y se presenta como su heredera política, prometiendo retomar muchas de las políticas sociales y económicas implementadas durante los años de la llamada "Revolución Ciudadana".


El exmandatario Rafael Correa junto al fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chavez. 

Aunque reside en Bélgica desde 2017, Rafael Correa continúa siendo una figura central e influyente en la política ecuatoriana. Condenado en 2020 a ocho años de prisión por corrupción y declarado prófugo de la Justicia, su presencia sigue marcando el debate público. Sus seguidores sostienen que se trata de una persecución judicial con motivaciones políticas, mientras sus detractores lo vinculan directamente con las prácticas de concentración de poder y control institucional características del chavismo. En efecto, Correa ha sido uno de los aliados más cercanos del fallecido Hugo Chávez y ha replicado en Ecuador muchas de las estrategias del socialismo del siglo XXI, desde el uso del aparato estatal como herramienta de poder hasta una retórica polarizante que divide a la sociedad entre amigos y enemigos del proyecto revolucionario.

Desde el exterior, continúa dirigiendo al movimiento correísta con disciplina férrea, seleccionando candidatos y definiendo estrategias. En ese sentido, Luisa González no solo representa una candidatura, sino también la posibilidad del regreso simbólico del correísmo al poder. Su eventual triunfo reabriría el debate sobre el rol de Correa en la política nacional e internacional.

Un retorno del correísmo al poder a través de González podría significar una reorientación de la política exterior ecuatoriana hacia alianzas más estrechas con otros gobiernos de izquierda en la región, como los de Colombia, Brasil y México. Además, implicaría una revisión de los acuerdos económicos con organismos internacionales y una posible vuelta a políticas de subsidios y mayor intervención estatal en la economía.

Para Ecuador, el desafío principal seguirá siendo económico: recuperar la estabilidad fiscal, generar empleo y combatir la desigualdad sin agravar la deuda ni desincentivar la inversión. Por lo tanto, cualquiera que sea el vencedor deberá enfrentarse a la difícil tarea de conciliar estabilidad económica con demandas sociales crecientes.

En el plano regional, el resultado de estas elecciones también será observado con atención, ya que puede influir en la correlación de fuerzas en América Latina. La victoria de una figura cercana a Correa podría revitalizar ciertos sectores bolivarianos de la región, mientras que un triunfo del sector más moderado reafirmaría una tendencia hacia el pragmatismo en la política latinoamericana. Las urnas decidirán, pero el debate está abierto y las consecuencias, más allá de las fronteras ecuatorianas, serán significativas.

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