
El PRO lo hizo de nuevo: en su cruzada por reinventarse sin éxito, volvió a recurrir a una fórmula que ya probó ser un tiro en el pie. Esta vez, la elegida es Silvia Lospennato, histórica diputada nacional por la provincia de Buenos Aires, que ahora será catapultada como candidata para la Legislatura porteña. Sí, otra bonaerense “importada” para encabezar la boleta del partido en la Ciudad.
El déjà vu es inevitable: parece que ya nadie se acuerda de María Eugenia Vidal, aquella que fue “orgullosamente bonaerense” hasta que cambió su biografía de Twitter para que no se notara tanto el salto de jurisdicción. Vidal terminó como diputada por CABA tras gobernar la provincia y duró menos que un meme: el desgaste fue inmediato, y la construcción política que prometía terminó siendo un puente colgante en pleno derrumbe.
Ahora es el turno de Lospennato, quien renunció a su cargo en la mesa ejecutiva del PRO bonaerense para que no quedaran dudas: su pase a CABA ya es un hecho. La jugada lleva la firma del jefe de Gobierno Jorge Macri, que parece decidido a aferrarse a cualquier nombre con algo de peso para no ser barrido por la ola Adorni en la Ciudad.
La desesperación del primo de Mauricio se nota: tras perder a Larreta, tener una interna rota, enfrentar a un peronismo más ordenado y ver cómo los libertarios se le meten por la ventana, decidió apostar por una candidata que no pisa fuerte en el distrito y que además carga con el escándalo reciente de su esposo, Fernando Depalma, vinculado a millonarias contrataciones directas con el gobierno porteño.
Silvia Lospennato se autodefine como "soldado de Mauricio Macri", pero en este caso parece más una soldado enviada a una batalla perdida. Aunque pueda mostrar su alineamiento con Javier Milei en algunos proyectos clave y su rol protagonista en la defensa de la Ficha Limpia, su desembarco porteño huele más a reciclaje que a renovación.
Mientras tanto, los porteños siguen viendo cómo el PRO los subestima: primero fue Vidal, ahora Lospennato. La Ciudad, parece, es el refugio de los que no tienen lugar en Provincia pero conservan chapa en la rosca amarilla.
Quizás el partido debería dejar de exportar candidaturas desde el otro lado de la General Paz y empezar a construir desde donde pretende gobernar. Pero claro, eso implicaría trabajo, militancia local y algo de coherencia política. Y en estos tiempos, eso sí parece importado.