25/04/2025 - Edición Nº808

Internacionales

Soberanía en el centro del debate geopolítico

Panamá intenta resistir a la presión de Washington

17/04/2025 | El gobierno panameño reafirmó su compromiso con la soberanía nacional y rechazó cualquier posibilidad de establecer bases militares extranjeras en su territorio, tras una visita diplomática de alto nivel por parte de Estados Unidos.



En una declaración que resuena con fuerza en el plano regional, el presidente de Panamá descartó de manera tajante la instalación de bases militares de Estados Unidos en su territorio, luego de una visita oficial del secretario de Defensa norteamericano, Pete Hegseth. Durante su paso por la capital panameña, el funcionario habría propuesto reforzar la cooperación bilateral en materia de seguridad mediante el despliegue de personal militar en zonas sensibles, incluyendo áreas aledañas al Canal de Panamá.

La respuesta del gobierno fue rápida y contundente. A través del ministro de Seguridad, Frank Ábrego, Panamá dejó en claro que no aceptará presencia militar extranjera bajo ninguna forma ni excusa. Si bien la relación entre ambos países ha estado históricamente marcada por la cooperación en temas comerciales y de seguridad, también arrastra tensiones vinculadas al control del canal interoceánico y la huella dejada por intervenciones militares pasadas. En esta ocasión, las intenciones de Washington fueron interpretadas por sectores locales como un intento de recuperar influencia estratégica en una región donde nuevas potencias, como China, están ampliando su presencia comercial e inversora.

El Canal de Panamá, uno de los puntos neurálgicos del comercio global, ha sido históricamente un factor de atracción geopolítica. En este contexto, la negativa del gobierno panameño se entiende también como un mensaje de autonomía ante el tablero internacional. Panamá busca reposicionarse como un actor con voz propia, capaz de negociar alianzas sin subordinaciones, y de preservar la neutralidad del canal como garantía de estabilidad global.

El episodio adquiere aún más peso al considerar los antecedentes históricos. La invasión de Estados Unidos a Panamá en 1989, que resultó en la captura del narco-dictador Manuel Noriega, dejó cicatrices profundas en la memoria del país. Aquella operación, justificada en su momento como una acción contra el narcotráfico, se tradujo en cientos de víctimas civiles, la destrucción de infraestructura y una ruptura abrupta del orden constitucional.

En ese sentido, el actual posicionamiento del gobierno no solo tiene un componente diplomático, sino también simbólico y emocional. Es una reafirmación de independencia frente a una potencia tradicionalmente influyente en la región. Al mismo tiempo, representa un gesto hacia la opinión pública nacional, cada vez más atenta al uso soberano del territorio y a los límites de la cooperación internacional.


Frank Ábrego, ministro de seguridad pública de Panamá.

Mientras Estados Unidos busca renovar alianzas ante un escenario global en transformación, Panamá opta por blindar su autonomía estratégica. La decisión de no ceder espacio a bases militares extranjeras podría tener implicancias más amplias. En definitiva, Panamá ha hablado con claridad, sin embargo falta ver como estas declaraciones serán tomadas en Washington donde la actual administración ha tomado medidas de presión contra los que atentan con sus intereses.