
por Nicolás Poggi
Entre un paro de la CGT deslucido y la interna abierta que libran en la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof y Cristina Kirchner, el peronismo pareciera no encontrar su rumbo frente a un gobierno libertario errático pero con control de la iniciativa, como lo demuestra el anuncio del último viernes sobre el fin del cepo cambiario.
Es que el peronismo se movió la semana pasada a dos bandas, como supuestamente lo hará el dólar a partir de este lunes: el frente sindical, por un lado, fracturado y con un paro de la CGT que no pudo garantizar su razón de ser por la decisión del gremio de colectiveros UTA de no plegarse; y el PJ, por otro, dividido entre la determinación de Kicillof de desdoblar las elecciones bonaerenses en contra de los deseos de Cristina y La Cámpora, que apuestan a mantener el control sobre el viejo aparato.
La disputa llegó a niveles tales que algunos intendentes cercanos a Kicillof amenazan incluso con ser candidatos testimoniales en sus distritos para contrarrestar la amenaza de la expresidenta de presentarse como diputada provincial por la Tercera Sección electoral.
Con una inflación de 3,7% en marzo y a las puertas de una nueva devaluación que empobrecerá una vez más a la mayoría de los argentinos, el peronismo debate la vuelta de las candidaturas testimoniales, aquel artilugio ideado por Néstor Kirchner en 2009 para hacerle frente a una campaña que se preveía (y se confirmó luego en las urnas) como adversa.
¿Esa es la única propuesta que tiene la oposición? ¿Una interna intestina? ¿Un artefacto electoral que, a la luz de los hechos, es un-engaño-más aceptado por todos? Pocas ideas de ese lado del campo político. Apenas un arranque de iniciativa y una manifestación de intenciones de activistas del llano como Juan Grabois y nada más.
La principal tarea es combatir y derrotar a esta mierda de gente que está arruinando a la Argentina.
— Juan Grabois (@JuanGrabois) April 12, 2025
Hoy con los compañeros de La Plata. pic.twitter.com/Qy6nNhQVKd
Ese extravío del peronismo, que según la mayoría de las encuestas todavía conserva un 30 por ciento de intención de voto en la provincia con mayor caudal electoral -y más ante el descalabro de la economía diaria producto del ajuste-, no hace más que beneficiar a un gobierno que lucía desorientado tras el último índice de inflación pero que, con el anuncio del fin del cepo, apuesta ahora a tenderle una mano a la clase media en el año en que tiene que plebiscitar su gestión.