25/04/2025 - Edición Nº808

Internacionales

Ecuador Elige

El triunfo de Daniel Noboa en Ecuador y las tres guerras que definirán su presidencia

14/04/2025 | A sus 37 años, Daniel Noboa consolida su liderazgo como presidente de Ecuador tras imponerse en las elecciones del 13 de abril. Su segundo mandato arranca con un país fracturado, golpeado por el narcotráfico, la crisis económica y una oposición que amenaza con desestabilizar.



A sus 37 años, Daniel Noboa vuelve a hacer historia en Ecuador. Fue reelecto presidente este 13 de abril, convirtiéndose en el líder más joven en lograrlo en medio de un contexto que no podría ser más desafiante: bandas criminales que disputan el control de las calles, una economía tambaleante y una oposición que ya habla de fraude y al parecer tiene intenciones golpistas.

Pero ¿quién es realmente Noboa? Más allá de su apellido poderoso dentro de su país y el legado de su padre Álvaro, un magnate que intentó sin éxito llegar a la presidencia cinco veces, Daniel ha sabido construir una imagen distinta. Formado en universidades como NYU y Harvard, con experiencia empresarial y una manera serena de comunicar, ha logrado conectar con un electorado cansado de la vieja política.

Su discurso no promete revoluciones, sino resultados. Y eso, en un país marcado por la frustración, puede ser un activo enorme. En su primer mandato corto ya dio señales de que no teme tomar decisiones impopulares si cree que son necesarias. Ahora, con un nuevo mandato por delante, el verdadero reto es que esas decisiones empiecen a dar frutos.

Tres son las batallas más urgentes que deberá enfrentar:

  1. La violencia y el crimen organizado: Ecuador pasó en pocos años de ser un país relativamente tranquilo a vivir una ola de violencia inédita, con atentados, asesinatos selectivos y cárceles dominadas por bandas criminales. Noboa no ha dudado en usar un lenguaje firme: declaró "conflicto armado interno" y puso a las Fuerzas Armadas en las calles. Sin embargo, la seguridad no se construye solo con militares. Combatir el narcotráfico implica también atacar las raíces: la corrupción institucional, la falta de oportunidades para los jóvenes y la penetración de mafias en zonas antes olvidadas. Es una guerra sin balas mágicas, que requiere estrategia, paciencia y algo aún más difícil: confianza ciudadana.
  2. Una oposición con dudosas intenciones: Apenas cerradas las urnas, voces de la oposición cuestionaron el resultado electoral. Se habló de irregularidades, de fraude y la intención recuerda años anteriores los intentos de golpe de Estado y desestabilización que presidentes como Lenín Moreno sufrieron. Noboa tiene claro que gobernar no es solo imponerse en las urnas. En un país profundamente polarizado, cada gesto puede encender o calmar los ánimos. Tendrá que demostrar firmeza frente a intentos de desestabilización, pero también voluntad de tender puentes. El diálogo no es debilidad; puede ser su mejor herramienta para evitar que las tensiones escalen hacia una crisis mayor. No se trata de convencer a todos, sino de evitar que el país se rompa.
  3. La economía: Si hay algo que golpea a diario al ecuatoriano común es el costo de la vida. La inflación, la falta de empleo formal y una deuda pública que condiciona cada movimiento del gobierno son parte de una ecuación compleja. Noboa ha prometido facilitar la inversión extranjera, apoyar el emprendimiento y reducir trabas burocráticas. Pero el desafío es doble: reactivar la economía sin descuidar lo social. El riesgo de priorizar los números y olvidar a las personas está latente. Los ciudadanos no miden la gestión en cifras macroeconómicas, sino en si pueden llenar la nevera, pagar el alquiler o acceder a salud y educación. Esa será su vara real de evaluación.

Su estilo moderado, menos ideológico y más centrado en la gestión, es tal vez su carta más fuerte. A diferencia de otros líderes que construyen desde la confrontación, Noboa parece apostar al consenso sin renunciar a la autoridad. Y eso, en estos tiempos convulsos, puede marcar la diferencia.

Tiene por delante una tarea compleja, pero también la oportunidad de convertirse en algo más que un presidente joven: en un punto de inflexión para un Ecuador que está pidiendo, con urgencia, resultados reales y paz duradera. Mientras tanto ya es reconocido por el mundo como el presidente electo por la mayoría de los ecuatorianos y ha recibido el saludo de los presidentes de Paraguay, Guatemala, Chile y la líder de la oposición venezolana, María Corina Machado.