
Edmaly Maucó, politóloga y coordinadora de proyectos de Foro Madrid, formó parte de la XIV Misión Internacional de Observación Electoral desplegada en Ecuador por esta organización. Fue la única delegación internacional no alineada con posturas de izquierda en una elección marcada por una fuerte presión de organismos y ONGs con afinidad a la candidata correísta. Sin embargo, el intento por condicionar el proceso fracasó: las instituciones se mantuvieron firmes, el Consejo Nacional Electoral operó con independencia, y el pueblo ecuatoriano optó de forma clara por un cambio.
Maucó estuvo presente en siete centros electorales de Quito, entre ellos la Universidad Técnica Equinoccial, la Unidad Educativa Pisulí, el Colegio Intisana y la Unidad Educativa Hermanos Miguel La Salle. Junto a su equipo, presenció la instalación de las Juntas Receptoras del Voto, el inicio del sufragio, el desarrollo de la jornada, el cierre del proceso y el comienzo del escrutinio. Esta es su mirada sobre lo vivido:
¿Cómo describiría el clima político y social que se vivió en las calles durante la jornada electoral del 13 de abril?
Totalmente transparente y legítimo. Yo le sumaría que además fue rápido y ordenado, porque en los siete recintos que estuvimos no hubo mayor confusión a la hora de ejercer el voto. Fue un proceso que iba desde la presentación del documento de identidad, la entrega de la papeleta por parte de la mesa, el momento en que el elector marcaba la casilla, depositaba su voto y recibía su certificado de votación, todo eso tomaba menos de dos minutos. La verdad es que no hubo mayor irregularidad. Solo vimos un caso en un recinto donde un elector usó un celular, lo cual está prohibido por ley, y fue reportado directamente al Consejo Nacional Electoral para su respectiva sanción. De resto, no vimos ningún tipo de incongruencia. Nos quedamos hasta el escrutinio y conteo de votos en uno de los centros electorales más importantes del centro de la ciudad, y tanto el presidente como los vocales de mesa estuvieron muy atentos, contando varias veces los resultados para asegurarse de que coincidieran con la data inicial.
Desde su rol como observadora, ¿considera que el proceso electoral fue transparente y legítimo? ¿Hubo indicios que justificaran las denuncias de fraude por parte de la oposición?
Totalmente transparente y legítimo. Además, rápido y ordenado. En los siete recintos que visitamos no hubo confusión a la hora de ejercer el voto. Fue un proceso que, desde la presentación del documento de identidad hasta la entrega del certificado de votación, tomaba menos de dos minutos. Solo vimos un caso de uso de celular dentro de un recinto, que fue reportado al Consejo Nacional Electoral y tendrá su respectiva sanción. Del resto, no vimos ninguna incongruencia. Nos quedamos hasta el escrutinio en uno de los centros más importantes de Quito y los miembros de mesa contaron varias veces para asegurar que los resultados coincidieran con la data inicial.
¿Qué factores cree que explican el triunfo de Daniel Noboa? ¿Fue un voto de confianza o más bien un voto de rechazo a la clase política tradicional?
El voto de confianza hacia Noboa se da por varias razones. Primero, por un rechazo profundo al correísmo, una época bastante turbia que muchos asocian directamente con el crimen organizado y el narcotráfico. La candidata Luisa y su mentor Rafael Correa están muy vinculados a ese pasado. Esta vez uno de los ejes fundamentales fue la seguridad y la defensa, porque Ecuador es uno de los países más violentos de la región. En 2023 asesinaron a un candidato presidencial. El voto por Noboa fue mayoritariamente de jóvenes y también de mayores de 65 años. Fue un voto silencioso, pero fue un voto para hacer cambios profundos. En su primer año y medio no pudo avanzar demasiado por falta de margen político, pero ahora sí podría aplicar reformas institucionales importantes.
En términos institucionales, ¿cómo ve la capacidad de Noboa para sostener la gobernabilidad frente a una oposición que ya muestra señales de desestabilización?
Creo que tiene que reforzar el sistema policial, el sistema del ejército y todo lo que es la seguridad nacional para poder hacer cambios profundos y evitar que se repitan actos de violencia. Es clave que pueda avanzar en ese proceso de transformación institucional que Ecuador necesita. También pienso que debe apoyarse en aliados internacionales confiables, que le ayuden a sostener el país y a brindar garantías tanto para la ciudadanía como para su equipo. En ese sentido, el factor clave va a estar en cómo logre manejar el tema de la seguridad y la defensa. Y por otro lado, también debe entrar a negociar desde el área legislativa, es decir, con ese nuevo reordenamiento de las fuerzas en el parlamento, que también es muy importante. Necesita rodearse de gente de confianza, con visión y con un planteamiento ideológico claro dentro de las instituciones, que le permita avanzar y tomar decisiones rápidas y tajantes.
¿Qué tan realista ve el objetivo del presidente reelecto de combatir el narcotráfico mediante la declaración de "conflicto armado interno"? ¿Tiene respaldo suficiente para sostener esta estrategia?
Evidentemente, desmantelar las organizaciones criminales que existen en Ecuador y todos los grupos que se han formado en torno al narcotráfico va a ser bastante difícil de erradicar de forma rápida y total. Sin embargo, creo que están dadas las condiciones para aplicar una política de choque, de avance, con control territorial, con mucha más capacitación del personal actual y con un refuerzo en la inversión del Estado para paliar esa grave situación, que es una de las mayores preocupaciones de los ecuatorianos. Por eso mismo la gente se movilizó a votar: para respaldar un nuevo plan que permita reforzar, incluso, hasta la política carcelaria. Creo que sí va a tener dificultades para implementar esta política si hablamos del nivel parlamentario, pero también creo que, si se hacen algunos cambios, podría lograrlo. El sistema constitucional de Ecuador es bastante presidencialista, o semipresidencialista, y eso podría permitirle ejecutar medidas más rápidas, con una lógica de terapia de choque, que le permita avanzar más ágilmente, sin quedar atrapado en dinámicas netamente burocráticas. Por eso yo sí creo que hay una gran oportunidad para avanzar en ese sentido.
¿Cree que Noboa representa un cambio profundo en la política ecuatoriana o es una figura de transición frente a un sistema todavía muy frágil?
No deja de ser un sistema muy frágil, porque es verdad que después del azote del narcosocialismo en Ecuador, los cambios tienen que ser muy profundos y muy rápidos para poder ver realmente avances. Sin embargo, yo sí creo que Noboa representa una política nueva, fresca, renovada, a la que se le ha dado un voto de confianza porque la gente ya había perdido la esperanza y la conexión con los políticos tradicionales. Al ver una figura como Daniel Noboa, que apenas comienza en política, que viene del mundo empresarial, que proviene de una familia ligada al sector productivo del país, la gente lo ve como algo positivo. Al ser joven y con ideas nuevas, puede impulsar un cambio importante. Es una joven promesa, una revelación, una verdadera revolución frente al estatus quo que venía gobernando Ecuador. Creo que sí hay un cambio profundo en marcha. Pero también creo que debe haber definiciones claras: tanto ideológicas como en la ejecución de proyectos urgentes que ataquen los principales problemas del país, como la seguridad, la defensa, el gasto público y el desempleo, que ha sido una de las mayores preocupaciones para los ecuatorianos. Si se rodea de un buen equipo en el gabinete y cuenta con asesoría sólida y aliados internacionales confiables, creo que los avances van a ser importantes y que se va a terminar sepultando al correísmo.