
Un apretón de manos y una puñalada mortal. Así podría resumirse el trágico episodio registrado en un bar de la localidad bonaerense de José C. Paz, donde un hombre de nacionalidad paraguaya fue asesinado el domingo pasado.
Silvio Acosta había llegado a la Argentina en busca de un mejor pasar, pero su vida terminó durante la madrugada del domingo cuando increpó a un hombre que estaba sentando en una mesa junto a dos amigos.
El ataque fue registrado por una cámara de seguridad. La escena del crimen, según confirmaron fuentes policiales, es conocido en la zona como un punto de encuentro nocturno y aguantadero.
En ese contexto, Silvio, de 41 años, se acercó a Ricardo Espínola Cañete, de 36, y le extendió la mano. El gesto fue correspondido con aparente cordialidad. Pero apenas segundos después, y sin mediar palabra, Espínola se levantó, sacó un arma blanca y le asestó una certera puñalada que dejó a Acosta tendido en el suelo.
Mientras los presentes intentaban auxiliar a la víctima, el agresor huyó del lugar. La víctima fue trasladada de urgencia a un centro asistencial, donde se confirmó su muerte. La herida había sido letal.
La Policía maneja la hipótesis de un ajuste de cuentas, aunque fuentes del caso aseguran que Silvio había intentado acercarse para calmar las aguas. “Buscaba la paz, pero un solo apretón de manos no bastó”, deslizó un investigador, en referencia a lo que quedó registrado en los videos.
Los familiares de Silvio, devastados, comenzaron una campaña en redes sociales para dar con el paradero de Espínola, quien ya contaría con antecedentes por otro homicidio. Temen que haya cruzado o esté por cruzar la frontera hacia Paraguay, en un intento por evadir a la justicia argentina.
“Solo queremos que pague por lo que hizo. No puede volver a escaparse”, escribió uno de los hermanos de la víctima en redes, donde piden colaboración ciudadana para dar con el prófugo.
Por ahora, el crimen entre compatriotas suma un nuevo capítulo trágico a una historia de violencia que se tejía en silencio y que estalló en una noche cualquiera, donde un gesto de paz terminó sellando una sentencia de muerte.
LN