
Pecadores (Sinners), la nueva obra de Ryan Coogler, es un thriller de terror que se fusiona con el folclore del blues. Ambientada en el Mississippi de los años 30, la película sigue a los hermanos gemelos Smoke y Stack, ambos interpretados por Michael B. Jordan, quienes regresan a su pueblo natal huyendo de un pasado turbio, solo para enfrentarse a un mal sobrenatural que acecha su comunidad.
En una época en la que abundan los spoilers en redes y que nos faltan las ideas originales, Pecadores se destaca por su búsqueda. Sí, es inevitable que se la compare con Del ocaso al amanecer, la película de 1996, pero también se las ingenia para tener elementos propios que la vuelven una de esas experiencias imperdibles para ver en la pantalla grande, desde este jueves 17 de abril. Y es de esas de las que, cuanto menos se sepa, mejor.
La música juega un rol central, tanto para los personajes como para la ambientación de la acción. De hecho, una de las secuencias mejor logradas es un excelente ensayo audiovisual sobre cómo todo está conectado, sobre cómo pasado y futuro son parte de una misma línea.
Hay comedia también en Pecadores, con muchos chistes que ayudan a distender los momentos de tensión, en una película donde Michael B. Jordan descolla por duplicado y que tiene a una grata sorpresa llamada Jack O’Connell en su reparto.
Dos horas y cuarto dura esta producción dirigida por Ryan Coogler, que tarda un poco en entrar en clima pero que una vez que lo hace no para. Como ese mal que acecha a la pobre comunidad afroamericana de Mississippi que lo único que quiere es divertirse un rato después de romperse el lomo en el trabajo.