25/04/2025 - Edición Nº808

Internacionales

Tensiones regionales

Noboa divide a la izquierda: Boric y Lula lo reconocen, Claudia Sheinbaum, Maduro y Petro lo rechazan

18/04/2025 | Mientras gobiernos como el de Brasil y Chile reconocen a Daniel Noboa como presidente electo, otros como Venezuela, México y Colombia se niegan a hacerlo. La reacción desigual expone las grietas de un bloque que se pensaba unido bajo la bandera del progresismo regional.



La reciente elección presidencial en Ecuador no solo marca un nuevo capítulo político para el país andino, sino que ha puesto al descubierto una fractura profunda en el frente de gobiernos progresistas latinoamericanos. La victoria de Daniel Noboa, y el posterior reconocimiento o rechazo de su legitimidad, ha dividido a los principales referentes de la izquierda en la región.

Por un lado, presidentes como Lula da Silva (Brasil) y Gabriel Boric (Chile) reconocieron rápidamente el resultado electoral y felicitaron a Noboa por su victoria. Lula, incluso, saludó al pueblo ecuatoriano y al presidente reelecto Daniel Noboa, y reafirmó que Brasil seguirá trabajando con Ecuador en defensa del multilateralismo, la integración sudamericana y el desarrollo sostenible de la Amazonía. Boric, por su parte, celebró el proceso electoral como una muestra de madurez democrática, sin olvidar reconocer a la candidata perdedora.

Sin embargo, la reacción en otros países fue diametralmente opuesta. Tanto el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela y el de la mandataria Claudia Sheinbaum en México evitaron reconocer oficialmente el triunfo de Noboa. Las cancillerías de estos países expresaron su preocupación por presuntas irregularidades y se alinearon con las denuncias del correísmo, que cuestiona la transparencia del proceso. En el caso colombiano, la canciller Laura Sarabia felicitó inicialmente a Noboa; no obstante, posteriormente el presidente Gustavo Petro optó por desconocer el resultado, generando una evidente contradicción dentro de su propio gobierno.

Este desorden diplomático ha revelado que la izquierda latinoamericana, que durante años se presentó como un bloque homogéneo, enfrenta ahora diferencias estratégicas y de visión política cada vez más notorias. Los alineamientos con ciertos liderazgos —especialmente con el de Rafael Correa— y la postura ante la alternancia democrática parecen ser factores determinantes.

Más allá de los matices ideológicos, la situación también refleja un giro en la forma en que algunos gobiernos progresistas interpretan el respeto a la soberanía y los resultados electorales. Mientras una parte del bloque prioriza el principio de no intervención y la aceptación de los resultados como base para la estabilidad regional, otra parece condicionarla al signo político del vencedor.

La falta de una posición común también impide las aspiraciones de integración regional. Organismos como la CELAC quedan atrapados entre discursos de unidad y prácticas fragmentadas, debilitando su legitimidad como foros de coordinación política, como se evidenció cuando los gobiernos de Argentina y Paraguay se quejaron porque la presidenta pro tempore, Xiomara Castro, habló de un consenso inexistente. La postura divergente frente a Ecuador podría ser solo la antesala de tensiones mayores en futuros comicios.