25/04/2025 - Edición Nº808

Policiales

A 29 años del motín

El infierno de Sierra Chica: la Semana Santa más sangrienta de la historia

18/04/2025 | En 1996, una revuelta carcelaria se convirtió en uno de los episodios más violentos y macabros de la historia penitenciaria argentina.



30 de marzo de 1996. El silencio denso del penal de Sierra Chica, ese sábado santo, se rompió a los gritos. Lo que comenzó como un intento de fuga terminó en una masacre de ocho días; un infierno con rehenes, ejecuciones, cuerpos quemados y, según los testimonios, empanadas rellenas con carne humana.

“Había olor a carne quemada, y no era de vaca”, recordó años después Ariel “El Gitano” Acuña, uno de los protagonistas, desde su nueva vida en Mar del Plata.

Treinta internos intentaron fugarse aquel día. Trece cruzaron el umbral de la historia. Replegados tras la fallida evasión, tomaron como escudo humano a 17 personas: agentes del Servicio Penitenciario, médicos, cocineros y a la jueza de Ejecución Penal, María Mercedes Malere. Durante una semana, los apóstoles del motín -como se los conoció luego- ejecutaron con violencia ritual a ocho miembros de una banda rival. El líder espiritual del caos tenía nombre y apellido: Marcelo “Popó” Brandán Juárez, el más temido. El más marginal.

La histórica tapa de la Revista Gente que muestra a los amotinados con dos rehenes. 

“Los molimos a palos y después los hicimos carbón”, confesaría uno de los reclusos en los días posteriores. Los cuerpos fueron descuartizados en el mismo lugar donde se amasaba el pan del penal. Algunos fueron quemados dentro del horno. Otros, según versiones que la justicia nunca confirmó del todo, terminaron en las empanadas que se sirvieron a los rehenes y al personal.

Ese relato ganó fuerza años después, cuando El Gitano lo blanqueó en entrevistas. “Sí, cocinamos con carne humana”, reconoció en un video casero que subió a su canal de YouTube en 2021. Su tono era inquietantemente calmo. “Fue lo que había. No sabés lo que es estar con el demonio adentro”.

La televisión mostraba el penal desde lejos. Afuera, los familiares gritaban entre lágrimas. Dentro, los muros eran cementerio y barricada. La policía esperó. Cuando finalmente entró, el horror ya había pasado factura.

Los líderes fueron trasladados y juzgados. Brandán Juárez fue condenado a reclusión perpetua. Pasó por casi todos los penales de la provincia. Su figura se convirtió en mito de pabellón, en leyenda entre rejas. En 2019, un informe de Infobae lo retrataba como “el preso más temido y enigmático del sistema penitenciario argentino”. “Popó no habla. Popó observa”, decía uno de los agentes penitenciarios. Hoy, sigue preso. No da entrevistas. No escribe. No perdona.

Marcelo "Popó" Brandan Juárez, condenado a perpetua. 

Acuña, en cambio, eligió otro camino. Cumplió su condena. Vive con su familia en Mar del Plata. Trabaja, cocina y narra su pasado sin filtros. Su cuenta en redes sociales mezcla recetas con fragmentos de memoria carcelaria.

“No me arrepiento, pero tampoco lo celebro. Fue lo que fue”, dijo en diálogo con La Capital. Afirma que lo intentaron matar varias veces en prisión. Que “lo más jodido vino después”. Que vive con pesadillas.

A 29 años del motín, la historia sigue alimentando documentales, películas y libros. Motín en Sierra Chica (2014) intentó reconstruir los hechos, pero ni el cine ni el papel pudieron replicar la crudeza del relato oral que aún circula en pabellones y sobremesas judiciales.

Ariel "Gitano" Acuña, líder de la revuelta en el penal de Sierra Chica. Está libre y sube contenido a Youtube. 

La cárcel ya no es la misma, pero los fantasmas siguen retumbando. No solo por la violencia, sino porque desnudó el colapso de un sistema: sobrepoblación, abandono, corrupción, desesperación. El horno de la panadería fue reemplazado y los muros pintados. Pero el olor, dicen, vuelve cada Semana Santa.

LN

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