25/04/2025 - Edición Nº808

Internacionales

China se impone

Un dragón toma el sudeste asiático: la gira diplomática de Xi Jinping

20/04/2025 | El presidente de China refuerza su influencia en Vietnam, Malasia y Camboya con acuerdos clave, mensajes simbólicos y una narrativa de desarrollo compartido. Su presencia consolida la estrategia de Beijing para posicionarse como potencia estabilizadora en medio de un orden global en tensión.



La reciente gira del presidente chino Xi Jinping por el sudeste asiático ha dejado una clara señal: China no sólo busca ampliar su presencia económica y diplomática en la región, sino también consolidar un modelo de liderazgo basado en la cooperación multilateral, la inversión en infraestructura y una narrativa que contrapone el ascenso pacífico de Beijing con el unilateralismo occidental.​

La visita comenzó en Vietnam el 14 de abril, donde Xi fue recibido con honores de jefe de Estado y una puesta en escena cuidadosamente diseñada por el Partido Comunista local. Las reuniones bilaterales no solo reafirmaron la "amistad tradicional" entre ambos regímenes socialistas, sino que también incluyeron acuerdos en sectores estratégicos como energía, conectividad e inteligencia artificial. Pese a una historia marcada por tensiones fronterizas, Beijing y Hanoi parecen alinearse ante la necesidad de diversificar alianzas en un mundo cada vez más polarizado.​

El 15 de abril, Xi aterrizó en Malasia, donde el foco estuvo puesto en la iniciativa de la Franja y la Ruta, con promesas de expansión ferroviaria y asociaciones tecnológicas. Kuala Lumpur, tradicionalmente cercana a China en términos comerciales, ahora se presenta como un nodo logístico clave en el sur del continente asiático, especialmente frente a los riesgos de fragmentación del comercio global impulsados por políticas arancelarias de Estados Unidos.​

Finalmente, el 17 de abril, el presidente chino llegó a Camboya. En esta última etapa de la gira, Xi fue recibido por el primer ministro Hun Manet. Las conversaciones se centraron en fortalecer la cooperación bilateral y en proyectos de infraestructura, incluyendo la base naval de Ream, una instalación que ha despertado suspicacias en Washington por su posible uso militar por parte de China. Esta etapa de la gira refuerza la lógica del "collar de perlas", una estrategia china que apunta a establecer puntos de apoyo en el Indo-Pacífico bajo la apariencia de cooperación marítima.​

En ese sentido, la gira de Xi se produce en un momento crucial: el presidente estadounidense Donald Trump ha anunciado un endurecimiento de los aranceles a productos a nivel global, pero centrándose especialmente en China imponiendole un arancel del 245%. Esta amenaza reconfigura los incentivos de los países del sudeste asiático, muchos de los cuales no desean quedar atrapados entre las dos potencias y buscan alternativas que garanticen estabilidad, crecimiento y autonomía.​

Desde una lectura más amplia, la gira de Xi también puede analizarse a la luz de la tesis de Henry Kissinger en Orden Mundial, donde sostiene que la estabilidad internacional requiere de un equilibrio entre poder y legitimidad. Kissinger advertía que "ningún orden puede ser seguro sin un propósito común" compartido por las potencias dominantes. En este marco, la diplomacia china promueve una visión de orden no basada en la hegemonía, sino en el respeto mutuo y el desarrollo conjunto, una idea que Beijing repite como mantra pero que es puesta a prueba en cada visita, en cada acuerdo y en cada base naval negociada.​​

En varios de sus discursos durante la gira, Xi Jinping defendió la apertura económica y reafirmó el compromiso de China con el libre comercio, destacando que “cerrar las puertas solo frena el desarrollo”. Esta declaración no solo responde a las crecientes presiones arancelarias de Estados Unidos, sino que también intenta posicionar a China como garante de un sistema de intercambio global justo y equitativo.​​

El viaje de Xi, entonces, no solo busca resultados concretos en materia económica o geopolítica. También ensaya una narrativa alternativa para el futuro del orden mundial, una en la que China no es un actor disruptivo, sino el arquitecto de una nueva estabilidad multipolar desde Asia. Asimismo, esta propuesta se complementa con su creciente proyección militar y los desafíos que plantea al libre comercio global.  En definitiva, la gira de Xi Jinping refuerza la influencia china en una región clave, ofrece una visión propia de las relaciones internacionales y plantea un nuevo dilema para los países del sudeste asiático: cómo relacionarse con una potencia que ofrece inversión y desarrollo, pero también condicionamientos estratégicos cada vez más visibles.