
En un giro diplomático relevante, el presidente interino de Siria, Ahmed ash-Sharaa, pidió formalmente al presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, que la compañía petrolera estatal SOCAR intervenga en la explotación de los campos de petróleo y gas del noreste sirio. La solicitud tuvo lugar en el marco del Foro Diplomático de Antalya y ha sido confirmada por medios como Middle East Eye.
Se estima que actualmente Siria produce 110.000 barriles diarios de crudo, una caída dramática desde los 385.000 barriles que producía antes del inicio del conflicto en 2011. De ese volumen actual, aproximadamente 100.000 barriles provienen de áreas controladas por las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), respaldadas por Estados Unidos.
La iniciativa ocurre en un contexto de fricción regional: Turquía e Israel mantienen una relación tensa en Siria. Israel ha bombardeado bases aéreas que Ankara intentaba rehabilitar. Estos episodios forzaron una reunión confidencial en Bakú entre representantes turcos e israelíes para evitar una escalada.
La posible entrada de Azerbaiyán en el sector energético sirio se percibe como una fórmula de equilibrio: ofrece a Damasco la oportunidad de diversificar sus alianzas y reduce su dependencia de actores con posiciones antagónicas entre sí. Para Israel, que considera con desconfianza al actual gobierno sirio, un socio confiable como Bakú actuando en terreno puede generar garantías indirectas.
SOCAR Türkiye ya expresó su disposición a participar en Siria. El director general Elchin Ibadov afirmó que la compañía está lista para asumir un rol “coherente con los intereses estratégicos compartidos por Azerbaiyán y Turquía”.
La alianza Azerbaiyán-Israel se ha consolidado en los últimos años, particularmente en materia de defensa y tecnología. La posible presencia azerí en Siria podría servir como una cuña moderadora en un espacio donde la influencia iraní y rusa ha sido históricamente dominante.
La cooperación energética entre Siria y Azerbaiyán no es solo una cuestión de desarrollo económico, sino una herramienta geopolítica. Su éxito dependerá del cumplimiento del reciente acuerdo entre Damasco y las SDF, que aún no han cedido el control de los yacimientos.
Para Israel, la eventual presencia de SOCAR puede representar una garantía de que el reordenamiento sirio no se traducirá en un nuevo foco de hostilidad. En este tablero complejo, Bakú podría desempeñar el rol de mediador técnico y diplomático.