
El 26 de octubre de 2024, Georgia celebró elecciones parlamentarias en las que el partido gobernante, "Sueño Georgiano", se proclamó vencedor. Sin embargo, la oposición, encabezada por la presidenta Salomé Zurabishvili y respaldada por amplios sectores de la sociedad civil, denunció irregularidades y fraude electoral. La situación se agravó cuando, el 28 de noviembre, el primer ministro Irakli Kobakhidze anunció la suspensión de las negociaciones para la adhesión de Georgia a la Unión Europea hasta 2028, generando una ola de indignación entre los ciudadanos que apoyan la integración europea.
Las protestas comenzaron el 28 de octubre de 2024 y han continuado ininterrumpidamente por más de 100 días, convirtiéndose en una de las movilizaciones más prolongadas en la historia reciente del país. Las manifestaciones, lideradas principalmente por jóvenes, estudiantes y activistas proeuropeos, han tenido lugar en el centro de Tiflis, especialmente en la avenida Rustaveli frente al Parlamento. Los manifestantes exigen la convocatoria de nuevas elecciones, la liberación de activistas detenidos y la reanudación del proceso de integración europea.
— Newsfeed (@Newsfeed883920) April 19, 2025
El 14 de abril de 2025, en el día 138 de las protestas, se llevó a cabo una marcha estudiantil desde la Universidad Estatal de Tiflis hasta el Parlamento, donde se desplegó una enorme bandera georgiana, simbolizando la unidad y determinación del movimiento.
Las autoridades han respondido con medidas represivas, incluyendo el uso de cañones de agua, gases lacrimógenos y detenciones masivas. Se han reportado casos de violencia contra periodistas y activistas, así como despidos de funcionarios públicos que expresaron su apoyo a las protestas. Además, el gobierno ha endurecido las leyes, aumentando las sanciones por participación en manifestaciones no autorizadas.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la situación en Georgia. El 13 de febrero de 2025, el Parlamento Europeo aprobó una resolución que no reconoce la legitimidad de las elecciones de octubre de 2024 y solicita sanciones contra figuras clave del gobierno, incluyendo a Bidzina Ivanishvili, fundador de "Sueño Georgiano". Organizaciones como el Consejo de Europa también han condenado la represión de las protestas y han instado al gobierno georgiano a respetar los derechos humanos y democráticos.
La crisis en Georgia tiene repercusiones más allá de sus fronteras. El alejamiento del país de la Unión Europea y las acusaciones de acercamiento a Rusia generan inquietud en Occidente, que ve en Georgia un socio estratégico en la región del Cáucaso. La situación actual podría afectar la estabilidad regional y las relaciones de Georgia con sus aliados internacionales.
La prolongada crisis política en Georgia refleja tensiones profundas entre las aspiraciones democráticas de una parte significativa de la población y las acciones de un gobierno acusado de autoritarismo y de alejar al país de su camino hacia la integración europea. La respuesta de la comunidad internacional y la evolución de las protestas serán determinantes para el futuro político de Georgia y su posición en el escenario internacional.