
Tras el fallecimiento del Papa Francisco, el Vaticano difundió su testamento espiritual: un documento breve, solemne y profundamente mariano, redactado en la residencia de Santa Marta el 29 de junio de 2022. Más que una carta íntima o una reflexión doctrinal, se trata de una voluntad clara sobre el destino de sus restos y su devoción última a la Virgen María.
Consciente del final de su vida terrena, el Papa inicia su testamento con una invocación a la Santísima Trinidad, enmarcado por su lema episcopal "Miserando atque eligendo". En él declara que desea ser sepultado en la Basílica Papal de Santa María la Mayor, donde tantas veces rezó antes y después de sus viajes apostólicos, encomendando a la Virgen cada paso de su pontificado.
El texto indica expresamente que su sepultura debe estar ubicada en la nave lateral, entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza, sin decoración especial y con una sola inscripción: "Franciscus". Asimismo, señala que los gastos del entierro serán cubiertos por una donación previamente dispuesta y confiada al Arzobispo Rolandas Makrickas, Comisario Extraordinario del Capítulo Liberiano.
El Papa ofrece los sufrimientos de la última parte de su vida "por la paz mundial y la fraternidad entre los pueblos" y concluye su testamento con una petición: que quienes lo han amado continúen rezando por él. El documento conmueve por su sobriedad y profundidad, y es también un gesto de coherencia con su vida pastoral: humilde, despojada, profundamente espiritual.
Este testamento se suma a una tradición discreta pero significativa de los pontífices recientes. Juan Pablo II dejó un testamento espiritual redactado en 1979 y actualizado hasta 2000, donde expresaba su total entrega a Dios, su afecto a Polonia y su confianza en María. Benedicto XVI hizo público el suyo en diciembre de 2022, agradeciendo a Dios, reafirmando su fe en Cristo y pidiendo perdón por sus errores, siempre con un tono teológico riguroso.
Lo que distingue el testamento de Francisco es su absoluta sencillez. No hay referencias a estructuras de gobierno ni a la Iglesia universal. Hay, en cambio, una voluntad clara de descansar junto a la Virgen, de borrar el nombre propio bajo el signo de la fe, y de poner su cuerpo bajo tierra, como un pastor más.
El testamento espiritual de Francisco es, en definitiva, una última homilía silenciosa. Una lección final sobre lo que significa el servicio, la entrega y la confianza en la vida eterna.