
Horas después de conocerse la muerte del Papa Francisco, un mensaje destacó entre los homenajes de líderes mundiales. El vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, confirmó que se había reunido con el pontífice el Domingo de Pascua, solo un día antes de su fallecimiento. “Me alegré de verlo ayer, aunque estaba muy enfermo”, escribió en X (ex Twitter), en lo que se convirtió en un testimonio clave del tramo final del papado de Francisco.
El encuentro se produjo en la residencia de Santa Marta, en el Vaticano, en un clima íntimo y reservado. A pesar del deterioro evidente de su salud, el Papa insistió en recibir al dirigente estadounidense, convirtiéndolo en el último líder mundial en mantener una audiencia con él. Según trascendió, hablaron sobre los desafíos globales, el papel de la política y la necesidad de construir liderazgos con dimensión ética.
Vance, de 39 años, representa a una nueva generación de figuras conservadoras dentro del Partido Republicano. Pero además, su vínculo con el Papa tenía una dimensión personal: el vicepresidente es un converso al catolicismo, bautizado en 2019 luego de años de búsqueda espiritual. Ha mencionado en varias ocasiones la influencia de autores como G.K. Chesterton y su aprecio por la doctrina social de la Iglesia. Esa cercanía le dio a la audiencia con Francisco un tono menos protocolar y más humano.
En su mensaje, Vance recordó especialmente la homilía papal del 27 de marzo de 2020, cuando Francisco, en una Plaza San Pedro vacía, habló al mundo en pleno confinamiento global. “Fue uno de los momentos más poderosos de su pontificado”, escribió el vicepresidente, “nos dio algo a lo que aferrarnos cuando todo era incertidumbre”.
Aunque no fue una reunión extensa, sí tuvo un peso simbólico enorme. Según informaron desde el Vaticano, el Papa aprovechó la ocasión para reiterar sus críticas al populismo agresivo y los discursos de odio, en una alusión indirecta pero clara al presidente Donald Trump, con quien Vance mantiene una relación de cercanía política. Aún así, el vicepresidente recibió el mensaje con respeto y, lejos de tomar distancia, eligió resaltar el legado espiritual y moral del pontífice argentino.
La escena deja una imagen que ya forma parte de la historia reciente: el primer Papa latinoamericano, debilitado pero firme, recibiendo a un joven líder estadounidense a las puertas de la muerte. Un gesto final que reafirma el corazón de su pontificado: el diálogo con el poder, la defensa de los humildes y la fe como voz en medio del caos.