
La muerte del Papa Francisco el 21 de abril de 2025 conmocionó al mundo y desató una serie de reacciones diplomáticas que, lejos de ser uniformes, reflejaron los matices y tensiones de la geopolítica mundial. Desde condolencias sinceras hasta silencios calculados, las principales potencias no pudieron evitar que la figura del pontífice argentino se colara en sus agendas políticas, incluso en la hora de su partida.
La primera gran ausencia tras la noticia del fallecimiento vino desde Beijing. A pesar de que China cuenta con más de 12 millones de católicos y de los esfuerzos recientes del Vaticano por acercarse, incluidos acuerdos provisionales sobre el nombramiento de obispos, el régimen de Xi Jinping optó por el silencio el 21 de abril. No hubo mensajes oficiales ni gestos simbólicos. El trasfondo es evidente: el Vaticano mantiene relaciones diplomáticas con Taiwán, un punto de fricción constante en la política exterior china. La muerte de Francisco fue mencionada apenas de forma escueta en algunos medios estatales, sin carga emotiva ni repercusión política, lo que dejó en claro que, para el Partido Comunista, la Santa Sede sigue siendo una entidad marginal dentro de su estrategia internacional. Sin embargo, este martes 22 de abril, China expresó finalmente sus condolencias por el fallecimiento del Papa, en un anuncio realizado por el portavoz del Ministerio de Exteriores, Guo Jiakun, durante una rueda de prensa.
Muy distinta fue la reacción de Estados Unidos. El presidente Donald Trump, expresó sus condolencias a través de un comunicado formal, calificando a Francisco como “un hombre de fe inquebrantable, cuya voz fue respetada incluso por quienes no compartíamos sus puntos de vista”. Trump y Francisco mantuvieron una relación tensa durante su primer mandato, especialmente en torno a temas como la migración, el cambio climático y los muros fronterizos. Pero en esta ocasión, el líder republicano evitó cualquier referencia divisiva y ordenó que las banderas en las embajadas estadounidenses ante la Santa Sede ondearan a media asta.
Desde Moscú, el presidente Vladímir Putin también envió un mensaje oficial al Vaticano, destacando el papel del Papa en favor de la paz mundial y el diálogo entre religiones. Aunque las relaciones entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa Rusa son históricamente tensas, Francisco logró abrir canales de comunicación con el Patriarca Kirill, con quien se reunió en 2016 en La Habana, en un hecho inédito. En sus palabras, Putin subrayó la importancia de los valores espirituales compartidos y ofreció sus respetos sin entrar en el terreno ideológico o doctrinal.
✉️ El Presidente Vladímir #Putin expresó sus condolencias por la muerte del Papa Francisco.
— Cancillería de Rusia 🇷🇺 (@mae_rusia) April 21, 2025
💬 El Papa Francisco promovió el diálogo entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa Rusa, así como una interacción constructiva entre Rusia y la Santa Sede.https://t.co/S3CscAyl5g pic.twitter.com/eMWJ2K3bOe
Estas reacciones revelan tanto la influencia de Francisco como sus límites. Si bien fue capaz de dialogar con líderes de ideologías opuestas y regiones en conflicto, su figura no logró borrar las líneas rojas geopolíticas. Fue respetado por su coherencia moral y su preocupación por los pobres y migrantes, pero no siempre bienvenido en el tablero estratégico de las grandes potencias.
China expresó sus condolencias tras la muerte del papa Francisco. "En los últimos años, China y el Vaticano mantuvieron contactos constructivos y llevaron a cabo intercambios amistosos", declaró Guo Jiakun, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores.
— NMás (@nmas) April 22, 2025
Foto: AP pic.twitter.com/16ueBNJK8b
El Papa que denunció la indiferencia mundial ante el sufrimiento humano se despide en un mundo que, en su hora final, lo honra de forma desigual. Algunos bajan la cabeza con respeto; otros simplemente pasan de largo. Tal vez, sin quererlo, esta disparidad sea también un reflejo del desafío que su pontificado representó para los poderosos.