25/04/2025 - Edición Nº808

Internacionales

La guerra comercial de EE. UU. trastoca la ho

¿Pueden Argentina, China e India crecer en un mundo al borde del estancamiento?

24/04/2025 | El World Economic Outlook de abril de 2025 recortó ocho décimas la previsión de crecimiento global para 2025 –del 3,6 % al 2,8 %– tras la ofensiva arancelaria de Washington. Aun así, el FMI identifica trayectorias propias en Buenos Aires, Pekín y Nueva Delhi: un rebote de 5,5 % para la Argentina poscrisis, un avance “defensivo” de 4 % en la China golpeada por los aranceles y un liderazgo de 6,2 % para la India, sostenido por demanda interna y demografía.



Cuando la Casa Blanca anunció el 2 de abril aranceles “prácticamente universales”, el FMI tuvo que reescribir en diez días un pronóstico que suele tomar dos meses. El nuevo escenario “de referencia” habla de un mundo que crecerá 2,8 % en 2025 y apenas recuperará el 3 % en 2026 –muy lejos del promedio 2000-2019 de 3,7 %. El organismo atribuye la desaceleración a tres canales: el encarecimiento de insumos por los aranceles (shock de oferta), la parálisis de inversión causada por la incertidumbre (shock de demanda) y unas condiciones financieras más duras.

Detrás de esa cifra global se esconde una brecha cada vez más ancha: las economías avanzadas apenas arañarán el 1,4 %, mientras los emergentes se frenarán al 3,7 %. Entre éstos, América Latina figura con un modesto 2 %, Asia emergente con 4,5 % y África subsahariana con 3,8 %.

Argentina: del pozo al rebote

El FMI otorga a la Argentina el mayor ritmo de expansión de América Latina en 2025: 5,5 %. No se trata de un milagro, sino de un rebote estadístico tras dos años de recesión profunda y de un programa de estabilización que deja la actividad en un nivel bajísimo en 2024. La normalización de la cosecha luego de la peor sequía en seis décadas añade alrededor de un punto al PIB, mientras un tipo de cambio más competitivo revitaliza economías regionales y exportaciones de servicios basados en conocimiento.

Sin embargo, el aterrizaje está lejos de ser suave. La inflación seguirá en dos dígitos altos, el Tesoro dependerá de financiamiento externo y la política monetaria tendrá que navegar entre la necesidad de anclar expectativas y evitar una recesión prematura. En un entorno global de tasas más altas y volatilidad cambiaria, la resiliencia argentina dependerá de la credibilidad del ajuste fiscal y de la velocidad con que lleguen divisas nuevas de energía y agro.

China: contención en terreno adverso

Pekín recibe el golpe directo de la nueva guerra comercial. El FMI recorta su previsión 2025 a 4,0 %, casi un punto menos que en la actualización de enero. El paquete arancelario encarece las ventas chinas a EE. UU., castiga la inversión extranjera y alimenta la salida selectiva de cadenas de suministro. Frente a ello, el Gobierno activa estímulos fiscales focalizados –infraestructura, vivienda social– y relaja gradualmente la política monetaria para sostener la demanda interna.

El Fondo advierte, sin embargo, que el proteccionismo erosiona la productividad a mediano plazo: al reducir la competencia, los aranceles restan incentivos para innovar y consolidan posiciones de mercado de empresas menos eficientes. Por eso, más allá del ciclo, la gran tarea china es el “reequilibrio” hacia un crecimiento motorizado por consumo y servicios, capaz de amortiguar el embate externo y compensar el envejecimiento poblacional.

India: la locomotora que sigue tirando

En el otro extremo de Asia, la India mantiene el cartel de economía grande de crecimiento más rápido: 6,2 % para 2025. Su exposición comercial directa a EE. UU. es relativamente baja y la expansión se apoya en tres pilares: una demanda doméstica vibrante, un ambicioso plan de infraestructura y la digitalización acelerada de pagos y servicios públicos.

El FMI subraya además la ventaja demográfica: la población más joven del G-20 promete alimentar consumo y fuerza laboral durante décadas, justo cuando buena parte del mundo envejece. La adopción temprana de inteligencia artificial y servicios digitales multiplica ese diferencial. No todo es viento de cola: el déficit fiscal ronda el 9 % del PIB, la participación femenina en el trabajo sigue baja y las reformas del mercado de tierras y trabajo avanzan a paso lento.

Aun así, Nueva Delhi llega al frenazo global en mejores condiciones que la mayoría de los emergentes. Ni siquiera el repunte de tensiones con Pakistán –tras el cierre del paso de Attari luego del atentado en Cachemira, cubierto con dramatismo por la prensa local– parece alterar el pulso macro, aunque introduce un nuevo foco de incertidumbre geopolítica.

Hacia 2026: la agenda que se impone

El FMI insiste en que desescalar la tensión arancelaria sería la forma más rápida de mejorar las perspectivas de todos. Si eso no ocurre, Argentina deberá acelerar reformas que consoliden el superávit fiscal y atraigan inversión; China tendrá que profundizar la apertura interna, fomentar la competencia y reactivar la confianza del sector privado; India, por su parte, necesitará convertir el crecimiento veloz en empleo masivo y sostenido, cerrando brechas de género y formalidad laboral.

Tres apuestas distintas frente a un mismo vendaval. El éxito de cada una dependerá tanto de sus decisiones internas como de la capacidad –hoy en duda– de la economía mundial para recomponer un orden comercial más previsible.