
Fernando Collor de Mello, expresidente de Brasil y símbolo de una era política marcada por el escándalo y la controversia, deberá comenzar a cumplir su condena de 8 años y 10 meses de prisión. La orden fue emitida por el ministro Alexandre de Moraes, del Supremo Tribunal Federal, quien instruyó que el cumplimiento sea en una unidad especial del presidio de Maceió, estado de Alagoas.
Condenado en 2023 por los delitos de corrupción pasiva y lavado de dinero en el marco de la Operación Lava Jato, Collor enfrenta ahora el tramo final de un largo proceso judicial que pone fin a su impunidad política. La decisión de Moraes incluye garantías de seguridad reforzada y condiciones diferenciadas, en reconocimiento a su condición de exjefe de Estado, pero marca también un mensaje simbólico: el sistema judicial brasileño al parecer está dispuesto a juzgar incluso a los más poderosos.
Alexandre de Moraes determinou a prisão imediata do ex-presidente Fernando Collor de Mello, condenado a 8 anos e 10 meses por participação em esquema de corrupção na BR Distribuidora. Entenda o processo https://t.co/RUSzuaKlEX pic.twitter.com/6HzVS1tWfE
— BBC News Brasil (@bbcbrasil) April 25, 2025
Según el fallo, Collor ocupará un ala reservada, sin contacto con la población carcelaria común, pero deberá cumplir íntegramente las condiciones de reclusión. La defensa del exmandatario aún evalúa nuevas estrategias legales, aunque las opciones parecen cada vez más limitadas.
La medida se inscribe en una narrativa que presenta al Supremo Tribunal Federal como actor central en la depuración institucional tras los escándalos de corrupción que sacudieron Brasil. Sin embargo, se advierte sobre el carácter selectivo de ciertas decisiones judiciales y ponen en duda la imparcialidad del STF. Con Lula da Silva nuevamente en el poder, la ejecución de la pena contra Collor también puede ser leída como un intento de equilibrar las percepciones públicas y disipar sospechas de alineamiento político dentro del Poder Judicial.
Fernando Collor, que llegó a la presidencia en 1990 como el rostro joven de una renovación política que prometía modernización y transparencia, termina su carrera política entre rejas, en el mismo estado que lo vio nacer y donde forjó su carrera como caudillo local.