27/04/2025 - Edición Nº810

Internacionales

Funeral en Roma y giro geopolítico

Trump humilla a Zelenski, Putin ofrece diálogo y Europa titubea: la tormenta perfecta en Roma

26/04/2025 | Mientras el mundo despedía al papa Francisco, Donald Trump desairó a Volodímir Zelenski en una reunión de apenas 15 minutos. Vladimir Putin, oliendo la fragilidad occidental, ofreció negociaciones sin condiciones. Europa, atrapada en su parálisis crónica, apenas atina a prometer apoyo simbólico. Roma no solo vio morir a un Papa: también asistió al ocaso del proyecto occidental en Ucrania.



En el Vaticano, bajo el mármol solemne de San Pedro, mientras el mundo despedía al papa Francisco, se produjo un funeral mucho más silencioso, pero de proporciones históricas: el funeral de la política occidental hacia Ucrania.

El presidente ucraniano Volodímir Zelenski viajó a Roma con la esperanza de renovar votos de apoyo occidental en un momento en que la guerra contra Rusia se vuelve cada vez más insostenible. Su principal objetivo: una reunión privada con Donald Trump.

Lo que obtuvo fue un acto de humillación pública. Trump le concedió exactamente quince minutos de audiencia, al margen del funeral. Luego, sin disimulo, se levantó y se fue. No hubo anuncios conjuntos. No hubo promesas de más ayuda militar. No hubo siquiera declaraciones de cortesía.

Zelenski, con su característica resiliencia mediática, intentó pintar la escena como "positiva" y "potencialmente histórica". Pero la historia no se escribe con comunicados vacíos: se escribe con gestos. Y el gesto de Trump fue elocuente: para el Estados Unidos que se avecina, Ucrania ya no es prioridad.

¿Qué significa realmente esta escena?
Significa que Ucrania, sin el respaldo decidido de Washington, queda a la deriva. Significa que la arquitectura que sostuvo la resistencia ucraniana desde febrero de 2022 —financiamiento, armamento, cobertura diplomática— comienza a resquebrajarse.

Y mientras en Roma Zelenski suplicaba minutos de atención, en Moscú, Vladimir Putin tejía su estrategia con fría precisión. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, anunciaba al mundo que Rusia está "lista para reanudar negociaciones de paz sin condiciones previas".

Una jugada magistral: ofrecer diálogo justo cuando Ucrania está en su punto de máxima debilidad. Y hacerlo además en el contexto de un Occidente dividido, fatigado y distraído.

Para Putin, que durante años apostó al desgaste y la división, este es el momento soñado: Washington retirándose, Europa dubitativa, Kiev aislado.

Europa, el continente del sermón sin acción
Mientras tanto, los europeos... hablan. Emmanuel Macron recibió a Zelenski en Roma. También lo hizo Keir Starmer. Prometieron —como tantas veces— "apoyo continuo", "solidaridad", "compromiso con la paz justa". Palabras. Solo palabras.

Porque lo que Europa no está dispuesta a hacer es lo que Ucrania necesita: garantizar por sí misma el flujo de armas, dinero e inteligencia que hasta ahora venía de Washington. Alemania titubea, Francia esquiva, Reino Unido recita discursos. Pero sin los dólares y los misiles norteamericanos, toda la retórica europea vale tanto como el incienso que se quemó en San Pedro.

Europa no tiene capacidad militar autónoma, y menos aún voluntad política de confrontar a Moscú sola. Hace tres años, la ilusión de una "Europa geopolítica" resucitaba entre los aplausos de Bruselas. Hoy, esa ilusión yace junto al féretro del pontífice argentino.

Zelenski: entre la heroicidad y el extravío
Nadie niega el coraje personal de Volodímir Zelenski. Su conducción durante los primeros años de la invasión rusa fue épica. Pero hoy, su insistencia en un relato de victoria inevitable, su negativa a aceptar la nueva realidad diplomática, lo están convirtiendo en un líder trágico: un hombre que sigue peleando una guerra cuyo viento político ya cambió de dirección.

Su apuesta por resistir a toda costa es admirable. También es, tal vez, suicida. Sin una estrategia de repliegue, de negociación o de reconstrucción, Ucrania corre el riesgo de quedarse sin aliados, sin recursos, y sin plan.

Trump: pragmatismo brutal
Donald Trump no cambia. Nunca ha sido un creyente de los "valores democráticos universales" que Europa tanto invoca. Su visión es transaccional, brutalmente práctica: "¿Qué gana Estados Unidos manteniendo indefinidamente a Ucrania?" La respuesta que parece darse es: poco.

Para Trump, la guerra en Ucrania es un pozo sin fondo de gasto inútil, un conflicto lejano que solo interesa a las élites de Washington y Bruselas.

Putin lo sabe. Zelenski empieza a entenderlo. Europa, como siempre, llega tarde.

En Roma no solo murió un Papa. Murió una era.
Abril 2025 quedará en los libros de historia no solo como la fecha de la muerte del papa Francisco, sino como el momento en que la arquitectura geopolítica post-2022 comenzó a desmoronarse visiblemente.

Trump abandonó a Zelenski. Putin ofreció su "paz". Europa no supo qué hacer.

Kiev, heroico pero exhausto, quedó solo en el centro del escenario.

Y el mundo, demasiado ocupado en sus propios problemas, empezó a mirar hacia otro lado.