
por Octavio Majul
Veamos un ejemplo de la eficacia estadounidense para construir verdad: Max Weber forma parte de los clásicos de las ciencias sociales al punto de ser identificado como uno de los padres fundadores de la disciplina sociológica. Aún más, Economía y sociedad, su “gran obra”, fue elegida en 1998 tras una encuesta realizada por la Asociación Internacional de Sociología como el libro de mayor influencia del siglo XX para el campo sociológico sacándole más del doble de “votos” a La imaginación sociológica de Charles Wright Mills y Teoría y estructura sociales de Robert Merton.
El nombre de Max Weber parecería no poder ser asociado al olvido. Veintidós años después, sin embargo, en junio de 2020, en ocasión de la publicación del último tomo de las obras completas de Weber por la editorial Mohr Siebeck, dedicado a reproducir las notas a partir de las cuales impartió cursos sobre Economía práctica entre 1895 y 1899, veintidós años después de haber sido elegido como autor del libro más influyente para la sociología, entonces, la propia editorial tanto en el flyer promocional del tomo como en el prefacio de la edición ya impresa decidió subrayar polémicamente que “en el mundo de la economía se ha olvidado largamente que Max Weber fue profesor titular de economía y finanzas”.
¿Max Weber olvidado? La paradoja que esto significa podría inclinarnos a pensar que, antes que una declaración con pretensiones de verdad, lo de la editorial es más bien una estrategia de marketing o una exageración sensacionalista. Sin embargo, en la división del trabajo científico que nos fue legada del siglo XX y en su consecuente repartición de ámbitos de estudio y de pertenencia de cada una de las disciplinas, a Max Weber le tocó quedar del lado de la sociología, cuanto menos de las facultades de ciencias sociales que, las más de las veces, tienen su edificio separado de aquel en el cual se realizan los estudios económicos. ¡Todo esto incluso aun cuando el propio Weber, hacia el final de su vida, en su famoso e infinitamente leído “La ciencia como vocación” de 1919, comienza afirmando “nosotros los economistas”!
¿Cómo conviven simultáneamente la glorificación y el olvido? La respuesta: en recíproca circularidad. El enaltecimiento de Max Weber sociólogo implica el olvido del Max Weber economista. Es que sobre el enaltecimiento aquel se montó un régimen específico de edición, traducción y, claro, de lectura de las obras de Weber que nos llega hasta hoy en día, así como una específica asignación de parte de esta obra en materias específicas de la formación universitaria. El Max Weber economista parece ser el punto ciego del Max Weber sociólogo.
El primer boom de la obra de Max Weber es indisociable del nombre de Talcott Parsons y de la fundación y consolidación, en los años ‘40 y ‘50, de una disciplina sociológica en Estados Unidos desde una interpretación específica de la misma cuyo sello característico venía dado con el adjetivo científica, opuesta polémicamente a formas de indagación de los asuntos humanos, como la filosofía u otras disciplinas humanísticas que no podían acceder a tal estatuto de cientificidad.
De ese modo un Max Weber starter pack se había consolidado: “La ‘objetividad’ del conocimiento en la ciencia social y la política social”, de 1904; “Sobre algunas categorías de la sociología comprensiva”, de 1913, y “El sentido de la ‘neutralidad valorativa’ de las ciencias sociológicas y económicas”, de 1917—, junto a la famosa separación entre hechos y valores allí trabajadas, eran leídas y presentadas como las bases de una ciencia aséptica y despolitizada a la cual aspiraba, también, la sociología norteamericana hegemónica de mitad de siglo.
Pero Max Weber era economista. En 1894, es nombrado profesor de “Economía y ciencias de las finanzas” en la Universidad de Friburgo Albert-Ludwig donde, en 1895, pronuncia el discurso inaugural de toma de cátedra “La Estado nacional y la política” que inmediatamente cobró relevancia en el ámbito de la ciencia económica alemana.
Para 1897, es convocado para sustituir a uno de los principales economistas de la escuela histórica alemana, Karl Knies, en una de las cátedras de economía más importantes del sistema universitario alemán: la de la Universidad de Heidelberg. Este nombramiento significó la confirmación de lo que, desde 1892, parecía cada vez más claro: Max Weber era uno de los representantes jóvenes más potentes de la ciencia económica.
De los trabajos desplegados en aquel período docente que va entre 1894 y 1899 y que se reparte entre Friburgo y Heidelberg es que se forman ambos tomos de las obras completas de Weber dedicadas a sus lecciones de economía: Economía general (teórica). Lecciones 1894-1898, publicado en 2009, y Economía práctica. Lecciones 1895-1899, publicado en 2020. En ambos casos los tomos recopilan el conjunto de notas a partir de las cuales Max Weber dictaba las clases. Es de esperar que estos tomos, de traducirse, produzcan una renovación de la lectura como en su caso fue la publicación de los cursos con el Collège de France de Michel Foucault.
¿Por qué el siglo XX olvidó a Max Weber como economista? ¿Qué entendía él por la disciplina económica? Lo veremos en la siguiente entrega de Desempolvando a los enemigos de la escuela austríaca.