
En Argentina el fútbol es mucho más que un deporte, es parte de la cultura del país, una industria millonaria y también una cuestión de Estado. La inmensa mayoría de los argentinos se identifica con una camiseta.
Por eso todos los aspirantes a la Casa Rosada, por sentimiento genuino o por cálculo político adoptan un equipo. Mejor dicho casi todos, porque la rara excepción es el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, quien no se autopercibe como hincha de algún club.
El primer presidente de Argentina en entender la dimensión social y la importancia de la pelota fue Agustín Pedro Justo, quien paradójicamente no era un amante del deporte sino un hábil observador de los gustos populares. Por eso, mientras ocupó el sillón de Rivadavia, entre 1932 y 1938, concedió créditos millonarios a los clubes para que remodelen sus estadios, entre ellos River y Boca.
Otro que entendió mejor que nadie la importancia del deporte y el fútbol en particular fue Juan Domingo Perón, artífice de una política que incluyó infraestructura, deporte social, alto rendimiento y actividad física para niños en edad escolar con los Juegos Evita. Siempre se identificó con Racing, aunque Antonio Cafiero intentó por todos los medios convencer a quien quisiera escucharlo que El General, en realidad, era de Boca como él. Para eso mostraba como indicio una foto del general festejando un gol del Xeneize a River en el Monumental.
Luego del golpe de Estado a Perón y tras los sucesivos gobiernos militares, llegó a la Rosada un político que no era muy futbolero pero se identificó con Boca: Arturo Frondizi. Además supo ser jugador de Almagro, fue defensor en las divisiones juveniles del club y solía jugar con una boina. Más radical imposible.
El caso de Arturo Illia se divide entre dos simpatías futboleras: su hermano Martín le contagió cariño por Racing pero un colega de La Plata, cuando hacía la residencia médica en el Hospital San Juan de Dios, lo convenció que tenía que hacer fuerza por el cuadro “Pincharrata”. El argumento era que su cumpleaños coincidía con la fecha aniversario de Estudiantes. No hay registros de que Don Arturo haya estado alguna vez por algún estadio.
Héctor Cámpora era fanático de Boca y como candidato cerró su campaña en la cancha de Independiente. Dos días después de asumir volvió a Avellaneda pero a la cancha de Racing, para ver el partido de la Academia contra Boca. No fue solo: estuvo acompañado por Salvador Allende y Osvaldo Dorticós, presidentes de Chile y Cuba, respectivamente. Al “Tío” Cámpora no había que explicarle todo lo que implicaba el fútbol: fue uno de los fundadores del Club Almafuerte en San Andrés de Giles y de la liga amateur de la ciudad.
El primer presidente electo después de la última dictadura militar, Raúl Alfonsín, era hincha de Independiente. Cuando la Selección, de la mano de Maradona, ganó el Mundial de 1986 fue a festejar a la Casa Rosada ante una multitud. Alfonsín no se sumó a la foto y les dijo a los jugadores: “Hoy el balcón es de ustedes, muchachos”.
Más cercano en el tiempo, se recuerda el fanatismo de Carlos Menem por River y el deporte en general. El riojano se dio todos los gustos, jugó con las selecciones de fútbol y de básquet, integró equipo con Maradona ante 40.000 personas y hasta hizo dobles en tenis con Gabriela Sabatini.
Al “Turco” lo sucedió un hincha de Boca: el dirigente radical Fernando de la Rúa. A “Chupete” le tocó ver desde la Quinta de Olivos la consagración del Xeneize en la Copa Intercontinental del año 2000 ante Real Madrid. Un año después comenzó a tambalear como presidente, al poco tiempo de la derrota de Boca ante Bayern Munich. En esos tumultuosos años, el presidente Eduardo Duhalde era un reconocido hincha de Banfield. Se lo solía ver en el estadio del Taladro durante y después de su presidencia.
Néstor Kirchner fue fanático de Racing y un día bajó de un helicóptero en el Cilindro para visitar al plantel que por entences dirigía Ricardo Caruso Lombardi. Habló con los jugadores y les regaló tres televisores LED por haberle ganado a Boca. A él lo sucedió su esposa Cristina Fernández de Kirchner, que aunque no es muy futbolera, siempre se identificó con los colores de Gimnasia y Esgrima La Plata, debido al fanatismo de su madre Ofelia Wilhelm por el Lobo. Bajo su presidencia, se les cedió a los clubes platenses las tierras del bosque donde tienen sus estadios.
En 2015 llegó a Balcarce 50 Mauricio Macri, que comenzó su carrera política en Boca, antes de ser electo como Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El expresidente todavía tiene una gran influencia en el Xeneize. Luego fue el momento de Alberto Fernández, reconocido hincha de Argentinos Juniors y amigo del extitular de AFA, Luis Segura. El actual presidente, Javier Milei, fue arquero de Chacarita y siempre se identificó con Boca, aunque en el último tiempo es muy crítico de la gestión de Juan Román Riquelme y hasta llegó a decir que no sería más hincha, pero todavía se lo cuenta entre las filas del xeneize.