
India atraviesa un nuevo momento crítico en la volátil región de Cachemira. Tras el atentado del 22 de abril en la localidad de Pahalgam, que dejó 26 civiles muertos, el primer ministro Narendra Modi autorizó al ejército a decidir libremente el tipo de respuesta militar, su escala y momento. Esta decisión, sin precedentes recientes, refleja el endurecimiento de la postura india ante lo que considera terrorismo respaldado desde Pakistán.
El ataque fue reivindicado por el grupo insurgente Kashmir Resistance, al que Nueva Delhi vincula con servicios de inteligencia paquistaníes. Islamabad ha rechazado rotundamente esa acusación, pero la escalada diplomática y militar no se ha hecho esperar: India suspendió el Tratado de Aguas del Indo, cerró su frontera terrestre con Pakistán y revocó todas las visas concedidas a ciudadanos paquistaníes.
El clima en la región es tenso. Se han registrado enfrentamientos a lo largo de la Línea de Control, y ambos países han expulsado a funcionarios diplomáticos. Según reportes de prensa, Pakistán ha advertido que India podría lanzar una incursión en las próximas 24 a 36 horas, lo que incrementa la posibilidad de un conflicto abierto.
Mientras tanto, en Cachemira, el gobierno indio ha intensificado los operativos de seguridad: más de 2.000 personas han sido detenidas y varias viviendas de presuntos insurgentes demolidas. Las autoridades afirman que se trata de una operación de limpieza antiterrorista, aunque organizaciones de derechos humanos advierten sobre posibles abusos.
BREAKING:
— Visegrád 24 (@visegrad24) April 29, 2025
Statement on war by Pakistan’s Information Minister Attaullah Tarrar:
”Pakistan has credible evidence that India is planning military aggression in Pakistan within 24-36 hours, any such acts will be responded to assuredly and decisively”
🇮🇳🇵🇰 pic.twitter.com/zTgy51nwev
Modi, en declaraciones posteriores a la reunión del gabinete de seguridad, aseguró que "la resolución nacional es infligir un golpe aplastante al terrorismo". Esta retórica, junto con las medidas adoptadas, configura un escenario de confrontación directa con Pakistán en un contexto de creciente nacionalismo hindú dentro de India.
La comunidad internacional observa con preocupación. Naciones Unidas y la Unión Europea han pedido moderación y diálogo, mientras Washington se mantiene ambiguo, pidiendo contención pero sin condenar la ofensiva india.
La disputa por Cachemira, que data de 1947, ha provocado tres guerras entre India y Pakistán y continúa siendo uno de los focos geopolíticos más sensibles del planeta. Con esta nueva escalada, ambos países caminan una vez más sobre una delgada línea entre la contención y el conflicto abierto.