01/05/2025 - Edición Nº814

Internacionales

Cien días de Trump

Trump 2025: cómo recuperó el relato y reconfiguró el poder en 100 días

01/05/2025 | En poco más de tres meses, el presidente Donald Trump consolidó un giro decisivo en la política exterior y migratoria de EE. UU.



Los primeros cien días del segundo mandato de Donald Trump marcan un período de intensa actividad política, con resultados visibles en las principales áreas que su administración se propuso transformar. A diferencia de su llegada inicial en 2017, esta etapa no se ha caracterizado por el desconcierto de una figura outsider, sino por la determinación de un mandatario con experiencia ejecutiva y una base movilizada.

Restaurar el control fronterizo: de la crisis a la contención

Una de las prioridades más visibles ha sido el restablecimiento del control migratorio. Trump reactivó mecanismos de disuasión como las deportaciones aceleradas y la ampliación del muro fronterizo. Reinstauró políticas como “Permanecer en México” y firmó acuerdos bilaterales para gestionar solicitudes de asilo fuera del territorio estadounidense. También endureció las normas de admisión, reduciendo excepciones y cerrando grietas que eran aprovechadas para ingresar de forma irregular.

El resultado ha sido inmediato: los cruces ilegales disminuyeron de forma sostenida durante febrero, marzo y abril, y se logró descomprimir los centros de detención. La administración no solo recuperó la iniciativa frente a la narrativa humanitaria, sino que volvió a colocar la ley y el orden como ejes de legitimidad en la política migratoria. En este punto, la diferencia con el periodo Biden ha sido notoria: donde antes había ambigüedad, ahora hay reglas claras.

Política exterior con prioridades estratégicas

En política exterior, Trump volvió a impulsar una agenda centrada en el interés nacional. Redefinió la relación con China, imponiendo condiciones más estrictas y polémicas en comercio, tecnología y seguridad. A su vez, reforzó los lazos con aliados clave como Israel, Reino Unido y Japón, y asumió una posición de mayor firmeza ante Irán, con nuevas sanciones y advertencias sobre el desarrollo nuclear.

La doctrina de su administración privilegia los acuerdos bilaterales y el liderazgo disuasivo, dejando atrás la multilateralidad poco efectiva. Trump también ha reforzado su respaldo a Ucrania con condiciones más claras, insistiendo en la rendición de cuentas y la eficacia en el uso de los fondos, mientras estrecha vínculos con gobiernos que comparten su visión de soberanía, como Hungría y Polonia.


La administración de Trump inició con fuerza los primeros días de su gobierno. 

Autoridad presidencial y acción ejecutiva

Otro de los ejes de estos cien días ha sido el uso activo del poder ejecutivo. Con más de 120 decretos firmados, Trump ha mostrado que, ante un Congreso polarizado, el Ejecutivo puede avanzar con rapidez. Estas órdenes han afectado desde la regulación energética y las restricciones ambientales hasta el sistema educativo, con énfasis en la libertad de expresión y la neutralidad ideológica en universidades.

En cada una de estas decisiones hay una constante: no gobernar desde el consenso superficial, sino desde la convicción de que hay problemas urgentes que requieren soluciones claras, aunque impliquen costos políticos. Esa es, precisamente, una de las marcas que su electorado reconoce y celebra.

Reorganización interna y narrativa de poder

Internamente, la Casa Blanca ha reestructurado su equipo de comunicación, fortaleciendo un relato de eficacia y contraste con la gestión anterior. La narrativa de “América restaurada” ha reemplazado al tono defensivo del último tramo de su primer mandato. Trump ha optado por mostrar una presidencia activa, conectada con su base, pero también dispuesta a disciplinar a sus propios aliados si se desvían del rumbo.

Las medidas adoptadas en seguridad, educación, energía y justicia reflejan una visión coherente: reconstruir los pilares de una nación fuerte. La estrategia ha sido evitar debates interminables y ejecutar políticas que puedan mostrar resultados en el corto plazo. En ese sentido, los cien días han servido para reconfigurar el tablero político y para recuperar iniciativa frente a una oposición aún desorientada.

Dirección firme en tiempos complejos

Trump ha utilizado sus primeros cien días para imprimir velocidad, claridad y dirección a su gobierno. Lo ha hecho sin discursos vacíos ni pasos simbólicos, apostando por decisiones ejecutivas con impacto directo. Si bien el desafío de largo plazo sigue siendo estabilizar institucionalmente estas reformas, lo logrado hasta ahora indica un liderazgo que aprendió del pasado y que hoy gobierna con una mezcla de convicción ideológica y pragmatismo político.

Lejos de los temores que agitaban a sus detractores, el segundo mandato de Trump está mostrando una versión más enfocada, ejecutiva y disciplinada, sin embargo eso no quiere decir que esté excepto de errores y de alguna que otra medida que pareciera más producto de la improvisación que de otra variable, como es el tema de los aranceles y la guerra comercial con China.