
La primera temporada de El Eternauta ya está en Netflix y es un éxito. No solo a nivel local, donde ya se ubica como lo más visto de la plataforma, sino también a escala mundial: las primeras críticas especializadas, de sitios como Rotten Tomatoes, no escatimaron a la hora de elogiar esta producción. Una producción que contó con la mirada de Bruno Stagnaro para ser adaptada de la obra de Héctor G. Oesterheld y Francisco Solano López, pero que no lo hizo en soledad.
A Bruno Stagnaro lo ayudó Ariel Staltari, ese actor al que conoció hace ya un cuarto de siglo y al que le dio la oportunidad de su vida cuando le ofreció ser Walter en la serie de culto en la que se transformaría Okupas. A Ariel lo volvió a convocar para Un gallo para Esculapio, pero fue ahí donde también le propuso algo más: ser guionista de la serie protagonizada por Peter Lanzani.
Con esa experiencia en la mochila, Bruno Stagnaro volvió a convocar a Ariel Staltari para darle forma a El Eternauta, la serie que Netflix anunció en febrero de 2020 y que desde entonces fue esperada por todo el país. Antes del estreno de la primera temporada (porque sí, ya hay una segunda confirmada y en camino), conversamos con Ariel Staltari sobre cómo fue ser parte de este proyecto.
Cuando hablé con los directores de arte, definieron a Bruno como alguien que tenía una prosa casi poética a la hora de escribir todas sus acciones. ¿Cómo lo definirías vos?
Sí, es un gran poeta, Bruno. Sí, totalmente. Es un excelente autor, no lo voy a descubrir yo. Y a nivel mundial, creo. Es un grandísimo director, pero por sobre todas las cosas es un autor del carajo.
Con Bruno, tus personajes históricamente han tenido mucha prosa característica. Pienso en Walter y “quién es el más por**** en este conventillo de mierda” y pienso acá en El Eternauta y “estoy meado por un tatú carreta”. ¿Hay improvisación tuya? ¿Está escrito? ¿Por dónde viene el juego ahí?
Digamos que en ese sentido Bruno como director también te da la posibilidad de jugar en el set y de que cada uno tenga su propia impronta y a partir de eso también ir mejorando lo que ya esté escrito. Muchas de las cosas las fuimos pensando, las fuimos escribiendo y plasmando en el guión, pero después a la hora de llegar al set Bruno es alguien que está muy atento a quién le pone el cuerpo a cada personaje. Obviamente que en este caso particular de Omar y trazando un paralelismo con Walter y sí hay puntos de conexión. Hay algo disruptivo en los dos, algo odioso y querible a la vez.
Hay personajes nuevos, específicamente el tuyo. ¿Por qué llegaron a esa decisión?
Es un poco la mirada del espectador o es también tratar de generar algo disruptivo en ese hipotético equilibrio que pareciera existir en ese núcleo duro de amistad donde nada se pone en tela de juicio. Bueno, yo vengo a interpelar un poco. Digo, "¿Son tan amigos como dicen ser? ¿Y esto por qué acá ahí y aquello por qué? ¿Y si hacen tal cosa?”. Me parece divertido desde ese lugar y además que si bien no está en el cómic, siento que aporta a que el espíritu o la trama del cómic termine de traducirse en este nuevo idioma o en este nuevo lenguaje audiovisual. Mismo Inga (Orianna Cárdenas) o un montón de secuencias o personajes que no están también, que fueron necesarios a la hora de incorporarlos.
¿Cuál es el toque que le diste a tu personaje?
Mi toque desde mi personaje… tal vez yo traigo algo, viste que él estuvo viviendo en Estados Unidos mucho tiempo, entonces, acá se le dice el típico “este muerto resucitado que se cree que por haberse ido 2 minutos del país es diferente a los que están acá”. Y a la vez lo único que se lee es un vacío existencial en este tipo que no supo quedarse a defender lo suyo acá. Entonces, creo que desde ese lugar también está buena esta cosa que te interpele.
Muchos fans pueden ponerse intensos en cuanto a la fidelidad que se debe tener en las obras, en las adaptaciones. ¿Qué tanto le ponen atención a estos comentarios o a las expectativas de los fans?
Creo que en principio pasa por ser fiel al autor y a la obra y al mensaje de la obra. Ser muy respetuosos y consecuentes con lo que el autor en su momento quiso transmitir. Después, el fundamentalismo, los fanáticos y demás, verán sus cosas desde su propia óptica. Siento que en definitiva van a terminar muy conformes con el resultado, porque creo que se plasma perfectamente el espíritu de El Eternauta en esta en esta versión y siento que además van a sentir orgullo. Todas las decisiones que hemos tomado fueron justamente para que en el idioma audiovisual pudiera plasmarse lo que se plasmó en la historieta. Que se trata de otros tiempos y otro idioma. Así que yo estoy confiado, más allá de algún berrinche de estos tiempos. Y es miedo. O sea, tenés miedo de que nadie te desarme esa ilusión que vos tenés con respecto al primer contacto que tuviste con esa obra, pero si tomamos en cuenta que el mismísimo Bruno Stagnaro en una carta abierta que dio a conocer Netflix en su oportunidad, expresó todo su amor, su devoción y su respeto por la obra… convengamos que es un fan número uno y detrás de él vamos a estar alineados en esa atmósfera.
¿Tomaron inspiraciones de otro lado?
Ya de por sí nuestra obra, El Eternauta, es una fuente de inspiración tremenda para después, obviamente, hacer lo que hicimos que fue adaptarla, ¿no? Porque de hecho, en el 57 ya esta obra trascendió fronteras y fue motivo de análisis y fuente de inspiración de muchísimos otros autores y directores con este idioma de ciencia ficción. Entonces, digo, ya teníamos bastante ahí. Y después también hay algo que a mí me gusta transitar y esto es algo a título personal, que es la propia organicidad, de pensamiento interno, por tratar de ubicarme en ese lugar, en ese contexto de qué me pasaría a mí. Son muchas las preguntas que me hago siempre a la hora de tener que contar lo que cuento para los diferentes personajes. Y desde ahí también desarrollar el sentido lúdico, quitarle solemnidad y tratar de poder jugar y divertirme para que justamente aparezca esa textura correcta de los personajes y de las situaciones.
La mayoría de historias posapocalípticas suceden en Estados Unidos, en ciudades globales. Lo interesante de esta historia es que está en Buenos Aires…
Está buenísimo lo que mencionás porque siempre les pasa a los demás, ¿no? Y esta vez nos toca a nosotros, no sólo por Argentina, sino por Latinoamérica. A la vez, el orgullo también para nosotros que somos de esta parte del hemisferio. Sentir que podemos hacer algo de calidad para el mundo y no solamente pueden los demás.
No es la primera vez que se quiere adaptar El Eternauta: intentó Lucrecia Martel, Alex de la Iglesia también. ¿Por qué pudieron ustedes?
No sé, son esas cosas de la vida que se dan y ya. Siento que cayó en el momento exacto con las personas que tenían ganas. Hay una mística también que te va acompañando. Se lo llamaba esta cosa maldita o el proyecto maldito y no sé qué. Dejó atrás todo eso y se convirtió en un proyecto lleno de luz, de una energía muy hermosa. Ver trabajar, todas esas jornadas desde casi abril hasta diciembre del año 2023, no sé si fueron más de 150 jornadas, pero ver ese gran grupo de de personas colaborando y haciendo iban generando como esta mística que empezaron a darnos esa respuesta: “Porque teníamos que ser nosotros, porque nos tenía que tocar”. Porque tenemos una entrega y un amor y un plus por este proyecto que si no lo hubiésemos tenido, tal vez no sé si hubiese llegado a destino de la manera que se llegó. Todos pusimos un poquito más de nosotros, más allá de nuestro aspecto profesional.
Se habla mucho de politización de la serie, y hay quienes señalan el “Nadie se salva solo”...
Qué loco, ¿no? Que se arme tanto revuelo de una frase que debería ser casi de perogrullo. Un punto central para la unión de la humanidad, para la conservación de la especie. Nada es en soledad. Nada de lo que hacemos es en soledad. Todo es siempre en equipo, en comunidad. No se encuentra otra manera, por lo menos yo no. Es la existencia del ser. Entonces, la verdad que se ponga en tela de juicio esa frase, me parece raro y loco. Para mí es lo más hermoso y cae en un momento exacto de deshumanización global en donde si se quiere también a pesar de que lo tecnológico es maravilloso y nos acerca y también nos une. Muchas veces estamos acá y estamos mirando los celulares y por ahí no nos estamos mirando y no está pasando esto que nos está pasando ahora, que nuestros pensamientos se están retroalimentando. Y eso es algo muy hermoso. Es algo de volver a recuperar esa energía de otros tiempos. Yo que soy de un barrio, mis vecinos salían a la calle a tomar mates a la vereda o te sorprendía alguien en las fiestas en Navidad trayendo para compartir un poco de pan dulce o una sidra. Esta cosa de sociedad se fue perdiendo con el paso del tiempo. Entonces digo, a mí me parece hermoso recuperarlo. Por eso digo que nos va a interpelar más allá de ser un mero hecho de ficción, también te va a interpelar como espectador y te va a generar esta cosa de la repregunta: “¿Estoy haciendo algo por la humanidad, por el otro o por mi sociedad? ¿Qué puedo hacer para mejorar las cosas?”.
¿Cómo fue la experiencia detrás de cámaras?
Fue como estar en un parque de diversiones. De verdad. Estuvimos en escenarios reales y con recreación auténtica ahí, mascarando las calles o las paredes y qué sé yo. Y también en estudio, con terribles pantallas, con back projecting. Sentía que estaba también en otro tipo de industria. Para mí fue maravilloso, muy nutritivo. También me ayudó muchísimo como actor a manejar otro tipo de registro, creo que a mis pares también. Porque fue la primera vez que me tocó hacer ciencia ficción. Entonces hay un un idioma también diferente a la hora de actuar. Tenés que tener cierta economía gestual, contar con pequeños gestos, inflexiones, miradas, con un ropaje incómodo, con una máscara que no te permite respirar muy bien. Hay toda una nueva modalidad, por así decirlo, que también te coloca en otro lugar: "Bueno, hice ciencia ficción, algo que era impensado, ¿no? Que antes lo veías solamente en cine".