
Mike Waltz no es un nombre menor dentro del ala republicana dura. Veterano condecorado, coronel de las Fuerzas Especiales y excongresista por Florida, Waltz representa el perfil del "patriota disciplinado" que Donald Trump ha privilegiado en su segundo mandato. Su experiencia militar, con cuatro Estrellas de Bronce, y su paso por la asesoría de seguridad del vicepresidente Cheney durante la era Bush, le otorgaron peso dentro del aparato de seguridad. Waltz fue también el primer ex Boina Verde en llegar al Congreso y construyó su imagen pública en torno a una postura firme frente a amenazas como Irán, China y el terrorismo.
Sin embargo, su traslado a Naciones Unidas llega tras un traspié político: el llamado "Signalgate". Waltz cometió un error crítico al incluir por accidente al periodista Jeffrey Goldberg en un chat encriptado donde se discutían maniobras militares clasificadas. Aunque Trump lo defendió inicialmente, el daño en la credibilidad institucional estaba hecho. Su nominación como embajador ante la ONU parece una forma elegante de mantenerlo dentro del círculo de confianza sin seguir exponiéndolo en el epicentro de la seguridad nacional.
I’m deeply honored to continue my service to President Trump and our great nation. pic.twitter.com/FFTPjnIYkI
— Mike Waltz (@MikeWaltz47) May 1, 2025
Más inquietante para analistas internacionales ha sido el anuncio de que Marco Rubio, actual secretario de Estado, asumirá temporalmente como asesor de seguridad nacional. La decisión evoca el modelo Kissinger, pero en un contexto de polarización global e institucional muy distinto. El riesgo de superposición de poderes y la falta de un contrapeso interno podría generar tensiones diplomáticas e incluso fallas operativas.
La llegada de Waltz a la ONU no es decorativa. En línea con la doctrina Trump, su rol podría marcar un endurecimiento de la postura estadounidense ante el multilateralismo tradicional. Se espera que Waltz impulse agendas que frenen la influencia de China y limiten la presión de resoluciones consideradas "antiamericanas" por el trumpismo. Su perfil confrontativo podría cambiar la dinámica diplomática de EE. UU. en el organismo, en particular en temas de seguridad, cambio climático y derechos humanos.
Trump taps Mike Waltz as new UN ambassador, Rubio as acting national security adviser https://t.co/COOVC8yBmR pic.twitter.com/c98TDNrvrx
— New York Post (@nypost) May 1, 2025
Con esta jugada, Trump reconfigura su equipo de exteriores bajo una premisa clara: lealtad antes que sofisticación diplomática. La designación de Waltz y la duplicación de funciones de Rubio responden a una lógica de cerramiento político y de ejecución directa. Lo que se gana en cohesión interna puede perderse en capacidad de maniobra externa. En este contexto, la ONU podría dejar de ser un espacio de consenso para convertirse en una nueva trinchera de la narrativa trumpista.
La nominación de Mike Waltz es más que un cambio de figuras: es un mensaje. Trump apuesta por una diplomacia de combate, en la que sus aliados no sólo representen al país, sino también su ideología. Con Waltz en la ONU y Rubio en doble función, Estados Unidos redefine su arquitectura diplomática en tiempos de tensión global.