
Una señal preventiva, no comercial
Estados Unidos estudia imponer aranceles a los robots humanoides fabricados en China, a pesar de que aún no existe evidencia de que alguno haya sido importado al país. El objetivo no es económico en el corto plazo, sino político y estratégico. Esta posible medida, revelada en un informe del Departamento de Comercio, se enmarca dentro de una revisión más amplia de tarifas heredadas de la era Biden, pero con una impronta agresiva bajo el nuevo mandato de Trump.
La nueva frontera de la competencia industrial
Los robots humanoides —máquinas con forma humana capaces de realizar tareas complejas— representan uno de los sectores más prometedores (y sensibles) del futuro industrial. Empresas como Tesla (con su prototipo Optimus), Xiaomi y varias startups chinas están invirtiendo fuertemente en el desarrollo de estos autómatas. La decisión de Washington apunta a evitar que China repita en este campo la supremacía que ya logró en sectores como los paneles solares o las baterías.
We’re preparing to ship thousands of humanoid robots
— Brett Adcock (@adcock_brett) March 11, 2025
Here, we are showing 4x humanoid robots, each powered by its own Helix neural network pic.twitter.com/mw12CLRC4r
Más que comercio: mensaje geopolítico
Aunque el volumen actual de comercio en esta categoría es insignificante, el anuncio tiene un valor simbólico. Estados Unidos busca marcar territorio antes de que se consolide una dependencia tecnológica. La estrategia recuerda a las primeras restricciones impuestas sobre los semiconductores: cuando aún no eran masivos, pero sí estratégicos. Ahora, con los robots humanoides, la Casa Blanca quiere dejar en claro que no tolerará una repetición del mismo patrón de subordinación tecnológica.
Críticas desde el sector privado
Empresas tecnológicas estadounidenses han mostrado cautela. Algunos ejecutivos consideran prematuro gravar una industria naciente y advierten que podría retrasar la innovación. Otros, sin embargo, ven con buenos ojos la medida si logra proteger a startups nacionales frente a competidores chinos altamente subsidiados. Aún no hay una postura uniforme, pero el debate refleja la creciente fusión entre política exterior y estrategia tecnológica.
This 132-cm-tall, China-developed #HumanoidRobot features 23 to 43 joint motors and a force-position hybrid control system, giving it flexibility beyond ordinary people. It can perform standing broad jumps and simulate human hand movements to achieve precise object manipulation. pic.twitter.com/ogbC7g9j95
— China Science (@ChinaScience) November 15, 2024
Un capítulo más en la rivalidad EE. UU.-China
Este movimiento se suma a una larga lista de tensiones comerciales y tecnológicas entre las dos potencias. Desde los chips hasta las redes 5G, pasando por los vehículos eléctricos, Washington y Pekín compiten no sólo por cuotas de mercado, sino por el dominio de la infraestructura del siglo XXI. Con los robots humanoides, el terreno de la disputa se vuelve más simbólico: se trata, literalmente, de quién controlará las máquinas que algún día podrían trabajar, asistir o incluso cuidar a los seres humanos.
Al anticiparse con posibles aranceles a un producto aún inexistente en el mercado doméstico, Estados Unidos lanza una advertencia preventiva a China y al mundo. El mensaje es inequívoco: incluso las tecnologías más emergentes estarán sujetas a la lógica de la competencia geopolítica. El futuro —también el de los robots— será regulado desde la estrategia antes que desde el comercio.