02/05/2025 - Edición Nº815

Internacionales

Petro politiza el Día del Trabajador

Petro amenaza con la espada: entre plebiscito, populismo y desafío

01/05/2025 | Gustavo Petro convirtió la conmemoración del 1 de mayo en un acto de presión institucional.



Lo que debería haber sido una conmemoración del Día Internacional del Trabajo derivó en un acto político con tono plebiscitario. El presidente Gustavo Petro no solo encabezó una manifestación en la Plaza de Bolívar de Bogotá, sino que eligió ese escenario para anunciar una consulta popular con la que busca imponer, por la vía directa, reformas que el Congreso ya rechazó. El evento, cuidadosamente coreografiado, mezcló símbolos históricos y discursos populistas en una escenificación propia de una campaña electoral más que de una celebración institucional.

El uso de la espada de Simón Bolívar, trasladada a la plaza para el acto, fue más que un gesto simbólico. Fue una apropiación deliberada de los íconos fundacionales del país con fines políticos. Petro apeló al imaginario patriótico no para unir, sino para legitimar su narrativa de confrontación contra el Congreso y los contrapesos del sistema. La imagen del presidente empuñando el símbolo más sagrado del republicanismo latinoamericano en medio de una movilización partidaria representa una peligrosa fusión entre Estado y militancia.

La propuesta de someter a consulta 12 puntos claves de su fallida reforma laboral es un intento de saltarse la institucionalidad. Lejos de buscar el diálogo con el Legislativo, el mandatario prefiere trasladar la discusión a las calles, apelando a un pueblo abstracto como única fuente de legitimidad. El recurso al voto directo, aunque legal, es en este caso un atajo político que elude el debate democrático en el Congreso y consolida una visión plebiscitaria del poder.

Aunque la plaza se llenó de simpatizantes y organizaciones afines al gobierno, lo que faltó fue pluralismo. La movilización fue monolítica, sin espacio para la disidencia, y marcada por una narrativa de enemigos internos. El presidente utilizó su discurso para fustigar al Congreso, al sistema judicial y a los medios, en una estrategia que recuerda a otros liderazgos latinoamericanos donde el poder se concentra en nombre del pueblo.

Petro toma la espada del Libertador para que guíe la consulta popular sobre reformas

La consulta propuesta por Petro deberá ser aprobada por el Senado antes de someterse al voto ciudadano. Aunque aún está por verse si contará con los votos necesarios, el proceso ya ha generado preocupación entre juristas y opositores que ven en esta maniobra una forma de presión política al Congreso. La idea de imponer reformas estructurales sin consenso parlamentario no fortalece la democracia: la tensiona.

El acto del 1 de mayo no fue un homenaje al trabajo, sino una puesta en escena del poder. Petro convirtió una fecha de unidad en un instrumento de confrontación y desvió el simbolismo nacional hacia su propia narrativa. Más que un líder reformista, empieza a parecerse a un presidente en campaña perpetua, dispuesto a redibujar los límites del poder institucional si eso le permite avanzar su agenda.