
Polonia ha invitado al ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Hakan Fidan, a participar en la reunión informal de ministros de Exteriores de la Unión Europea que se celebrará en Varsovia los días 7 y 8 de mayo. Bajo el lema de fortalecer la seguridad del continente, la presidencia polaca busca integrar a actores estratégicos más allá del bloque, y Ankara emerge como uno de los interlocutores más relevantes.
En un contexto marcado por la guerra en Ucrania y la redefinición de las estructuras de defensa europeas, la presencia de Turquía —segundo mayor ejército de la OTAN— es vista como indispensable. La viceministra de Exteriores polaca, Anna Radwan, señaló que Ankara debe tener un rol sustancial en el diseño de la nueva arquitectura de seguridad, destacando su posición geoestratégica en el Mar Negro y el Mediterráneo Oriental. Turquía no sólo actúa como puente entre Europa y Asia, sino también como barrera frente a amenazas regionales que desestabilizan los flancos orientales del continente.
El gesto diplomático también refleja un giro en la visión europea sobre el papel de Turquía. Aunque las tensiones políticas y los frenos al ingreso turco en la UE han marcado el pasado reciente, el presente impone una lógica pragmática. La intensificación de ejercicios militares conjuntos y la cooperación en programas de entrenamiento entre Polonia y Turquía evidencian una voluntad mutua de consolidar la alianza bilateral. En ese sentido, Varsovia se posiciona como uno de los principales promotores de una mayor integración turca en los mecanismos europeos de seguridad, desmarcándose de la postura más cautelosa de Bruselas.
En la agenda de la reunión figuran temas clave como la seguridad posguerra en Ucrania, los marcos de defensa comunes dentro de Europa y el fortalecimiento de alianzas con potencias regionales que, como Turquía, pueden equilibrar los desafíos rusos y contener la inestabilidad en sus flancos orientales. También se discutirá la necesidad de una política de defensa más autónoma por parte de la UE, sin renunciar al respaldo de la OTAN, lo que abre la puerta a que socios externos como Turquía ocupen un lugar más formal en esa ecuación estratégica.
Esta participación, aunque informal, tiene un fuerte contenido simbólico. Refleja una Europa más abierta a construir redes de seguridad con aliados funcionales, incluso cuando existen divergencias políticas. Ankara, por su parte, busca reposicionarse como actor confiable tras años de tensiones con los socios occidentales. La cita en Varsovia podría representar el inicio de una etapa de normalización estratégica en la relación Ankara-Bruselas, con Polonia como mediador clave.
Con esta invitación, la Unión Europea reconoce que la seguridad del continente ya no se define solo dentro de sus fronteras. En un tiempo de transición y amenazas híbridas, actores como Turquía ya no son una opción: son una necesidad estratégica.