
Con un tono cálido pero firme, el intendente de Montevideo, Mauricio Zunino, abrió su intervención en el Quinto Foro Mundial de Ciudades y Territorios de Paz con una doble insistencia: dar la bienvenida a los participantes, pero también subrayar que no se trataba solo de una recepción institucional, sino de un compromiso real con los cuidados y la lucha contra las desigualdades.
Zunino vinculó desde el inicio los focos de violencia urbana con los procesos estructurales de desigualdad, y enmarcó la necesidad de políticas de cuidados como respuesta directa a esas brechas. La desigualdad, dijo, no es una abstracción: es la causa concreta de muchas formas de exclusión y violencia.
Uno de los ejes centrales de su discurso fue la promoción de los cuidados como política integral. No se trata, insistió, solo de servicios o de apoyo puntual, sino de una reconfiguración completa de la agenda pública. Esta mirada exige una articulación entre gobiernos, instituciones y organizaciones sociales para generar respuestas integrales y sostenidas.
Zunino remarcó que pensar en políticas de cuidado es también pensar en políticas de género. La carga no remunerada de cuidados sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres, lo que se traduce en barreras concretas de acceso al empleo, menor autonomía económica y perpetuación de roles tradicionales. Citó, por ejemplo, la menor participación femenina en el mercado laboral como uno de los reflejos de esta realidad.
Para el intendente, el acceso al trabajo digno y a condiciones de desarrollo no puede separarse de la política de cuidados. Sostuvo que lograr autonomía económica para las mujeres implica garantizar las condiciones para que puedan elegir, decidir y actuar en libertad. La autonomía empieza cuando hay posibilidades reales de elegir, subrayó, y esas posibilidades están condicionadas por la disponibilidad de sistemas de apoyo.
En ese sentido, alertó sobre la necesidad de reconocer que muchas violencias, especialmente las de género, se reproducen en contextos de dependencia económica. La apuesta por políticas de cuidado no es un tema blando: es una respuesta estructural a los mecanismos que perpetúan la desigualdad y la violencia.
Zunino puso como ejemplo concreto de esta visión el proyecto Resuena, una política implementada en Montevideo que articula cuidados y empleo con enfoque en población migrante. Detectaron que muchas mujeres migrantes con hijos no podían acceder a trabajos formales por no contar con redes de cuidado. La respuesta no fue solo asistencial, sino integral: crear espacios que no funcionen como depositarios de niños, sino como entornos que acompañen el desarrollo y habiliten a sus madres a insertarse laboralmente.
También planteó la necesidad de pensar políticas de cuidado para otras poblaciones: personas mayores, personas con discapacidad y cualquier grupo que requiera acompañamiento estructural. Y remarcó que estas acciones deben tener continuidad, inversión y cooperación entre gobiernos.
@mauriciozuninoc intendente de @montevideoIM da inicio al diálogo de ciudades que cuidan: "Trabajar en los cuidados es un compromiso en el que tenemos que avanzar para erradicar las violencias basadas en género"
— Mercociudades (@mercociudades) May 3, 2025
"trabajar en la posibilidad de autonomía económica y de desarrollo" pic.twitter.com/4MSfQlVTry
El discurso cerró con una invitación explícita: seguir compartiendo experiencias, construir salidas conjuntas, sumar nuevas agencias, gobiernos e instituciones comprometidas con la agenda del cuidado. Zunino no habló desde la teoría: habló desde la práctica concreta de Montevideo, pero proyectando un modelo replicable en otras ciudades latinoamericanas.
Lo que propuso fue más que un listado de buenas intenciones: fue una hoja de ruta para transformar las políticas públicas desde el reconocimiento del cuidado como trabajo, como derecho y como herramienta de justicia social.
En tiempos en los que las ciudades enfrentan crecientes desafíos —desde la precariedad laboral hasta la crisis migratoria y el envejecimiento poblacional—, el enfoque de Zunino devuelve centralidad a lo humano, a lo cotidiano, y a lo que muchas veces queda invisibilizado: quién cuida, cómo, con qué recursos, y para quién.