
El debate sobre el sistema educativo en Texas se ha convertido en un campo de batalla clave para el gobernador Greg Abbott, quien ha renovado su ofensiva legislativa en favor del "school choice", una política que busca redirigir fondos estatales hacia los padres para que puedan elegir libremente la educación de sus hijos, incluyendo escuelas privadas y religiosas. Abbott ha convertido esta causa en uno de los pilares de su agenda de gobierno, y su reciente intervención en el proceso electoral local confirma que no piensa retroceder.
Durante las elecciones primarias republicanas, Abbott intervino activamente para castigar a legisladores de su propio partido que bloquearon iniciativas anteriores de elección escolar. Varios representantes republicanos fueron desbancados por candidatos más alineados con la visión del gobernador. Esta estrategia parece estar funcionando: Abbott ya ha anunciado una nueva propuesta de ley para este año, acompañado de una mayoría legislativa aparentemente más favorable a su plan. Detrás de estos movimientos no solo hay convicción ideológica, sino también una apuesta calculada por consolidar su legado político en el estado.
Texas Gov. Greg Abbott signed a law making more than 5 million students eligible to use state funds for private schools. https://t.co/xyrpUGHXva
— NEWSMAX (@NEWSMAX) May 4, 2025
El proyecto de elección escolar en Texas contempla el uso de "cuentas de ahorro educativas" que permitirían a las familias gastar hasta 8.000 dólares por hijo en escuelas no públicas. Si bien sus defensores argumentan que esto ampliaría la libertad educativa y aumentaría la competencia entre instituciones, los críticos advierten que podría desfinanciar gravemente a las escuelas públicas, especialmente en comunidades rurales. Además, existen dudas sobre la fiscalización del uso de esos fondos, lo que abre interrogantes sobre posibles abusos y la falta de rendición de cuentas.
El conflicto no es solamente ideológico. La oposición al plan ha venido tanto de demócratas como de un bloque de republicanos tradicionales que temen los efectos a largo plazo en la educación pública. Organizaciones docentes, sindicatos y asociaciones comunitarias han lanzado campañas intensivas en contra, señalando que el plan beneficiaría principalmente a familias de mayores ingresos y dejaría aún más rezagadas a aquellas que dependen exclusivamente del sistema público. En algunas zonas del estado, ya se han organizado foros y manifestaciones en defensa de la escuela pública como bastión de cohesión social.
I’ve met with so many families over the years who have longed for education freedom.
— Greg Abbott (@GregAbbott_TX) May 3, 2025
And that day has arrived.
Proud to sign school choice into law today.
Texas now empowers parents to choose the school that’s BEST for their child. pic.twitter.com/kKrn0A7a3T
Mientras tanto, Abbott continúa promoviendo la medida como una reforma necesaria para modernizar el sistema y empoderar a los padres. En sus discursos recientes, ha presentado el school choice como una respuesta a la insatisfacción con el rendimiento académico y como una forma de dar herramientas a las familias para buscar mejores oportunidades. Su insistencia ha transformado la elección escolar en una prueba de lealtad dentro del Partido Republicano texano y, de manera más amplia, en un símbolo de la batalla nacional por el futuro de la educación.
Con una legislatura cada vez más moldeada por su influencia, el camino parece despejado para que Abbott logre al fin aprobar su ambiciosa reforma. Pero el precio político, tanto dentro como fuera de su partido, podría ser más alto de lo que anticipa. Los próximos meses pondrán a prueba no solo la viabilidad del plan, sino también la capacidad del liderazgo de Abbott para conciliar una sociedad cada vez más polarizada en torno a lo que significa una educación justa y de calidad.