05/05/2025 - Edición Nº818

Internacionales

Diplomacia estratégica

Entre Nueva Delhi e Islamabad, Moscú mueve ficha

05/05/2025 | Rusia propone mediar en Cachemira: gesto de estabilidad regional y táctica para ampliar influencia en Asia tras la retirada occidental.



La reciente oferta de Rusia para mediar en el conflicto entre India y Pakistán por la región de Cachemira ha generado sorpresa y especulación. El canciller Serguéi Lavrov declaró que Moscú está dispuesto a "facilitar el diálogo" entre ambas naciones, siempre que exista voluntad bilateral. Aunque presentada como un gesto de paz, la iniciativa ocurre en un contexto donde Rusia redefine su papel internacional tras el aislamiento occidental y busca consolidarse como un actor decisivo en Asia.

El conflicto por Cachemira, uno de los más prolongados y delicados del mundo, se reactivó tras el atentado del 22 de abril en Pahalgam, donde murieron al menos 26 personas, en su mayoría turistas. La tensión entre Nueva Delhi e Islamabad se ha intensificado desde entonces, con medidas unilaterales como la suspensión del comercio bilateral y el cierre de espacios aéreos. En este escenario, Rusia entra en escena ofreciendo mediación justo cuando la región parece encaminarse hacia una escalada.


Vladímir Putin junto al primer ministro pakistaní. 

Pero más allá del gesto diplomático, hay una lectura estratégica que no puede obviarse. India ha sido, desde la era soviética, uno de los principales socios de defensa de Rusia, y esa relación se ha mantenido firme a pesar del acercamiento de India a Estados Unidos en los últimos años. A la vez, Pakistán ha estrechado vínculos con Moscú en el marco del bloque euroasiático y como parte de los realineamientos post-Afganistán. La neutralidad de Rusia le permite ocupar un espacio que otras potencias, como Estados Unidos o China, no podrían ejercer sin despertar recelos inmediatos.

Este movimiento también encaja en la estrategia más amplia del Kremlin para posicionarse como mediador en escenarios donde Occidente ha perdido tracción. Al ofrecerse como facilitador entre dos potencias nucleares rivales, Rusia se coloca como garante de la estabilidad regional y promotor del multilateralismo, valores que Moscú ha intentado impulsar como contrapeso al orden liberal occidental.

No obstante, la propuesta rusa enfrenta escepticismo. Ni India ni Pakistán han solicitado formalmente una mediación, y ambos gobiernos mantienen posturas firmes respecto a su soberanía sobre Cachemira. Aún así, el hecho de que Rusia se posicione como actor disponible puede ser un mensaje diplomático por sí mismo: Moscú está dispuesto a liderar, incluso en las crisis más enconadas del sur global.

La iniciativa, por tanto, no solo tiene un valor simbólico, sino también estratégico. Reubica a Rusia en el mapa del arbitraje internacional y refuerza su narrativa de potencia comprometida con la estabilidad global, sin renunciar a sus intereses geopolíticos. En una región donde la desconfianza mutua es la norma, la simple posibilidad de mediación externa ya supone un gesto con impacto.

Mientras el conflicto de Cachemira sigue sin resolverse, la intervención diplomática de Moscú se convierte en una carta que podría redefinir las alianzas y reequilibrar las influencias en Asia del Sur. El tiempo dirá si se trata de una oferta sincera de paz o de una jugada táctica en el ajedrez internacional.