
El 4 de mayo de 2025, un misil lanzado desde Yemen por las milicias hutíes impactó en las cercanías del Aeropuerto Internacional Ben Gurion, a las afueras de Tel Aviv. El ataque, que no dejó víctimas mortales, fue suficiente para interrumpir el tráfico aéreo internacional y desatar una oleada de reacciones diplomáticas, militares y mediáticas que reconfiguran en tiempo real el equilibrio de fuerzas en Medio Oriente.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, no tardó en señalar a Irán como el autor intelectual de la agresión. "Cada ataque de los hutíes es, en realidad, un ataque desde Irán. Ellos financian, arman y coordinan cada movimiento", afirmó en un mensaje publicado en la red X (antes Twitter). Prometió represalias no solo contra los autores materiales, sino contra los "amos terroristas en Teherán".
President Trump is absolutely right!
— Benjamin Netanyahu - בנימין נתניהו (@netanyahu) May 4, 2025
Attacks by the Houthis emanate from Iran. Israel will respond to the Houthi attack against our main airport AND, at a time and place of our choosing, to their Iranian terror masters. pic.twitter.com/eO4hyUzNsI
Desde Teherán, el ministro de Defensa, Aziz Nasirzadeh, respondió con contundencia: "Cualquier acción militar por parte de Israel o de Estados Unidos contra Irán será respondida con fuerza en toda la región". En paralelo, negó que los hutíes operen bajo control iraní, y en cambio, los presentó como un grupo soberano con capacidad propia para resistir la influencia saudí y estadounidense en Yemen.
En medio de este intercambio, el expresidente estadounidense Donald Trump publicó una declaración categórica: "Cada disparo de los hutíes será considerado un disparo de Irán". Aunque ya no ocupa la Casa Blanca, su voz sigue marcando la narrativa republicana, especialmente entre los sectores más alineados con Israel. En línea con esta postura, el embajador de EE.UU. en Israel, Mike Huckabee, condenó el ataque y reafirmó el compromiso de Washington con la defensa de su principal aliado en la región.
La cadena de declaraciones revela una narrativa en construcción: Washington e Israel están sentando las bases para una eventual respuesta directa contra Teherán. El encuadre es claro: los hutíes no son un actor autónomo, sino una extensión militar del poder iraní. Esta tesis permite justificar represalias más allá del territorio yemení, y legitima acciones contra instalaciones iraníes si la escalada continúa.
Israel hit today by ballistic missile from Iran backed Houthis. @realDonaldTrump said it best: pic.twitter.com/THmSnuPEfi
— Ambassador Mike Huckabee (@GovMikeHuckabee) May 4, 2025
En la práctica, esto significa que el próximo misil podría desencadenar una reacción regional en cadena. La combinación de milicias satélites, retórica bélica, y el involucramiento de actores globales hace que el escenario recuerde a momentos previos a grandes conflictos en la región. La cuestión ya no es si habrá respuesta, sino de qué magnitud será y cuán contenida puede mantenerse.
Desde Naciones Unidas, la diplomacia internacional intenta enfriar los ánimos. Pero la rapidez de los acontecimientos, la sobreexposición mediática de las amenazas y la histórica desconfianza entre los actores involucrados dificultan cualquier desescalada genuina. Medio Oriente vuelve a caminar al borde del abismo, y esta vez, el epicentro no es Siria ni Gaza, sino Yemen. Una guerra periférica que amenaza con incendiar el centro del tablero geopolítico mundial.