06/05/2025 - Edición Nº819

Internacionales

Resiliencia en la adversidad

21 días después, Bolsonaro reaparece como símbolo de resistencia

05/05/2025 | Tras superar una compleja cirugía intestinal, el expresidente retoma la vida pública con una señal de firmeza física.



El expresidente Jair Bolsonaro recibió el alta hospitalaria este 4 de mayo de 2025, tras 21 días de internación en el hospital Vila Nova Star de Brasilia. La hospitalización fue consecuencia de una cirugía abdominal compleja, relacionada con secuelas del atentado que sufrió en 2018 durante la campaña presidencial. Se trató de una laparotomía exploratoria para tratar adherencias intestinales y reconstruir la pared abdominal, una intervención de alto riesgo que, una vez más, puso a prueba su resistencia física y emocional.

Lejos de replegarse, Bolsonaro utilizó su recuperación como plataforma para reafirmar su compromiso con las causas que lo movilizan. Desde la cama del hospital mantuvo contacto constante con sus seguidores a través de redes sociales, agradeciéndoles el apoyo y adelantando que participará, el próximo 7 de mayo, en una manifestación pacífica en favor de la amnistía para los presos por los eventos del 8 de enero de 2023.

Este gesto no fue simplemente simbólico: representa una continuidad discursiva y una estrategia de liderazgo basada en la presencia directa, incluso en condiciones adversas. Mientras otros actores políticos prefieren el silencio o la cautela ante los vaivenes judiciales y sanitarios, Bolsonaro se muestra presente, activo y dispuesto a seguir movilizando masas.

El episodio reafirma una de las claves de su capital político: la conexión orgánica con sus bases. Su imagen como "sobreviviente" y "guerrero" se refuerza con cada reaparición tras una crisis médica. Lejos de victimizarse, se presenta como alguien que vuelve una y otra vez a escena con la misma claridad de discurso y determinación de siempre.

En un contexto donde parte del establishment busca desplazarlo de la escena institucional, su alta hospitalaria se convierte en una suerte de acto político en sí mismo: Bolsonaro no se retira, no se quiebra, no se desmoviliza. Su regreso es una declaración de intenciones. Y su presencia el 7 de mayo, rodeado de simpatizantes, apunta a recordar que su nombre sigue pesando en la política brasileña.

Mientras el país atraviesa un clima de polarización e incertidumbre institucional, Bolsonaro regresa al ruedo con un mensaje claro: sigue de pie, tanto en lo físico como en lo ideológico. Y esa imagen, para sus seguidores, vale más que cualquier diagnóstico médico.