
“¿Salir de la UE? Ni hablar. ¿Estados Unidos de Europa? No es nuestro camino. Estamos tomando Bruselas con @PatriotsEU”, escribió Viktor Orbán el lunes en su cuenta oficial de X. Con esa frase contundente, el primer ministro de Hungría volvió a marcar su diferencia frente al federalismo europeo y reafirmó su estrategia: no abandonar el bloque comunitario, sino conquistarlo políticamente desde sus propias instituciones.
El partido europeo Patriots.eu y el grupo parlamentario Patriots for Europe no son improvisaciones recientes. La alianza comenzó a tomar forma en 2014 con el Movimiento por una Europa de Naciones y Libertades (MENL), embrión de lo que en 2024 se consolidaría como una fuerza de peso en el Parlamento Europeo. Fue en julio de ese año, tras las elecciones europeas, que Viktor Orbán junto a Herbert Kickl (FPÖ, Austria) y Andrej Babiš (ANO 2011, Chequia) oficializaron la creación del nuevo bloque, con una agenda centrada en soberanía nacional, identidad cultural, seguridad y crítica frontal a la burocracia de Bruselas.
❌ Leaving the EU? Not a chance.
— Orbán Viktor (@PM_ViktorOrban) May 6, 2025
⛔ United States of Europe? Not our path.
🇪🇺 We’re taking over Brussels w/ @PatriotsEU. pic.twitter.com/K6VLaf9Exq
Desde entonces, Patriots for Europe ha incorporado a partidos como Vox (España), Chega (Portugal), el PVV (Países Bajos), Vlaams Belang (Bélgica), la Liga (Italia) y la Agrupación Nacional (Francia), entre otros. Con más de 80 eurodiputados, se posicionó como la tercera fuerza en la Eurocámara, detrás del Partido Popular Europeo y los Socialistas y Demócratas, pero con un discurso disruptivo que busca alterar el equilibrio de poder institucional.
El bloque tiene una doble estructura: el partido europeo Patriots.eu, presidido por Santiago Abascal (Vox), y el grupo parlamentario, liderado por Jordan Bardella (Agrupación Nacional). Esta combinación busca articular una oposición organizada, operativa y eficaz dentro del Parlamento, capaz de condicionar debates y comisiones clave.
A diferencia de otras fuerzas críticas con la UE, Orbán y sus aliados no proponen abandonar el proyecto europeo. Su ambición es más estratégica: cambiar el curso del proceso de integración desde adentro, devolver soberanía a los Estados miembros, frenar políticas comunes que consideran ideológicas —como el Pacto Verde o los acuerdos migratorios— y enfrentar lo que describen como una élite tecnocrática desconectada de los pueblos europeos.
Aunque la crítica es dura, la estrategia está cuidadosamente calibrada. Patriots for Europe no busca una ruptura, sino una transformación. La declaración de Orbán lo confirma: la batalla se libra desde el Parlamento, con votos, estructuras y alianzas. La UE, para estos actores, es un terreno a disputar, no un barco del que haya que saltar.
El avance de Patriots marca un cambio de era. Ya no se trata solo de protesta, sino de propuesta. Y el proyecto de Orbán —de largo aliento, transnacional y disciplinado— apunta a convertirse en una de las fuerzas determinantes del nuevo mapa político europeo.