03/07/2025 - Edición Nº877

Internacionales

De la tensión a la cooperación

Argentina y Brasil reactivan su vínculo con un rescate diplomático desde Caracas

07/05/2025 | A pesar de sus diferencias políticas, los gobiernos de Milei y Lula coordinaron silenciosamente la salida de cinco opositores venezolanos desde la embajada argentina. El operativo refuerza una relación bilateral pragmática en tiempos de alta tensión regional.



El operativo de salida de los cinco opositores venezolanos no solo dejó consecuencias en Caracas, sino que también fortaleció un canal estratégico y poco visible entre Buenos Aires y Brasilia. A pesar de diferencias políticas entre los gobiernos de Javier Milei y Luiz Inácio Lula da Silva, la coordinación en este caso muestra una relación bilateral pragmática, donde los intereses comunes pesan más que los choques retóricos.

Del cortocircuito político al entendimiento operativo

Desde la llegada de Milei al poder, la relación con Lula atravesó momentos ásperos, con declaraciones cruzadas y falta de gestos diplomáticos formales. Sin embargo, este operativo demostró que, más allá de las formas, existe un canal fluido de cooperación técnica y diplomática.

El hecho de que Argentina haya confiado su sede diplomática a Brasil —incluso con gobiernos de signo opuesto— refuerza una continuidad estratégica en política exterior que trasciende administraciones. La cancillería argentina valoró en privado el rol del Itamaraty en preservar la integridad física de los asilados durante más de un año.

El caso Caracas como test de confianza regional

El éxito del rescate podría servir como punto de inflexión en la relación bilateral, especialmente en temas sensibles como:

Derechos humanos y democracia en América Latina.

Coordinación consular y de asilo político.

Participación conjunta en foros como CELAC, UNASUR o la OEA.

Incluso podría derivar en una recomposición táctica, donde ambos gobiernos opten por separar sus agendas ideológicas de la cooperación operativa.

Riesgos compartidos y desafíos futuros

Sin embargo, el episodio también deja desafíos pendientes:

Brasil podría ser presionado por el régimen de Maduro, y eventualmente verse forzado a redefinir su rol de custodio diplomático si hay más pedidos de refugio.

Argentina, por su parte, deberá manejar con cuidado la percepción de que utilizó a Brasil como plataforma para una acción políticamente riesgosa, algo que podría incomodar a sectores del Partido de los Trabajadores (PT).

En un escenario geopolítico sudamericano cada vez más volátil, la operación Caracas podría consolidar un modelo de colaboración estratégica entre dos potencias regionales que, aun con diferencias, entienden que los derechos humanos y la legalidad diplomática deben estar por encima de la grieta ideológica.

Una relación marcada por ciclos: historia reciente del vínculo argentino-brasileño

La relación entre Argentina y Brasil ha sido históricamente pendular, atravesada por afinidades ideológicas, tensiones comerciales y grandes gestos de cooperación regional. Desde el restablecimiento de la democracia en ambos países en los años 80, Buenos Aires y Brasilia construyeron una alianza estratégica que dio origen al Mercosur, consolidando a ambos como ejes del equilibrio sudamericano.

Durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner y Lula da Silva y Dilma Rousseff, la sintonía política permitió una agenda común en foros multilaterales, negociaciones internacionales y políticas sociales. No obstante, esa armonía se erosionó durante el mandato de Jair Bolsonaro, con frecuentes choques con Alberto Fernández, tanto por temas ambientales como por posturas ante la pandemia y la situación en Venezuela.

Con la llegada de Javier Milei, las tensiones escalaron a un plano más personal y simbólico: el mandatario argentino llamó “corrupto comunista” a Lula durante la campaña, y ambos evitaron el diálogo directo desde la asunción de Milei. Sin embargo, el vínculo comercial entre ambos países —con Brasil como principal socio de Argentina— continuó con cierta estabilidad, sostenido por intereses comunes en comercio automotor, energía y cooperación regional.

El operativo de Caracas, en ese contexto, marca una excepción significativa: a pesar de la frialdad pública, ambos gobiernos fueron capaces de articular una operación de alto riesgo diplomático, con impacto internacional. Un gesto que recuerda que, en la región, la diplomacia pragmática muchas veces se impone a las diferencias ideológicas.