
El 7 de mayo de 2025 se abrió el cónclave para elegir al sucesor del Papa Francisco, fallecido semanas atrás. La ceremonia comenzó con la misa 'Pro eligendo Pontifice', y luego los 133 cardenales electores ingresaron a la Capilla Sixtina, iniciando uno de los procesos más reservados del mundo.
Este cónclave ya ha hecho historia: por primera vez se supera el tradicional límite de 120 electores y se cuenta con representación de 71 países, lo que marca un giro hacia una Iglesia más global e interconectada. Las votaciones comenzaron esta misma tarde, y se esperan hasta cuatro rondas diarias.
A diferencia de otros cónclaves recientes, esta elección no tiene un favorito claro. Los nombres que más resuenan en los pasillos vaticanos son Pietro Parolin, Jean-Marc Aveline, Mario Grech, Robert Prevost y Pablo Virgilio David.
Cada uno representa una sensibilidad diferente dentro de la Iglesia: algunos son vistos como continuadores del legado de Francisco, mientras otros generan expectativa por una posible vuelta a un estilo más conservador. Las alianzas y negociaciones internas serán clave en los próximos días.
The conclave is starting
— Visegrád 24 (@visegrad24) May 7, 2025
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Más allá de nombres, este cónclave es una oportunidad crítica para la Iglesia Católica. Tras un pontificado marcado por reformas, apertura social y compromiso ambiental, el nuevo Papa deberá afrontar desafíos de credibilidad, renovación interna y diálogo con el mundo contemporáneo.
El futuro del celibato sacerdotal, el rol de la mujer, la gestión de abusos sexuales y la respuesta frente a conflictos globales serán temas ineludibles en el próximo pontificado. La elección en la Capilla Sixtina definirá si el impulso reformista continúa o se redirige.
Durante el cónclave, los cardenales están completamente aislados: sin teléfonos, sin internet, sin contacto exterior. Toda comunicación está prohibida para garantizar la pureza del proceso. La única señal al mundo será el humo que saldrá de la chimenea de la Sixtina: negro si no hay acuerdo, blanco si hay nuevo Papa.
Para garantizar la seguridad y la confidencialidad, se utilizan inhibidores de señal, barridos electrónicos y sistemas de vigilancia continua. En una era dominada por la información instantánea, el cónclave permanece como una cápsula de silencio sagrado.
Mientras millones de fieles aguardan la fumata blanca, medios internacionales cubren cada instante en Roma. El mundo no sólo espera un nombre: espera una dirección. Este cónclave no sólo elige a un líder espiritual, sino que condensa las tensiones, esperanzas y debates de una Iglesia que aún busca su lugar en el siglo XXI.