08/05/2025 - Edición Nº821

Internacionales

Giro diplomático

Macron blanquea a al-Sharaa: ¿legitimación o claudicación diplomática?

07/05/2025 | El presidente francés se reunió hoy en París con Ahmed al-Sharaa, líder del gobierno de transición sirio.



Por primera vez desde el fin del régimen de Bashar al-Assad, un jefe de Estado sirio pisa Europa. Ahmed al-Sharaa, presidente interino de Siria, fue recibido este martes en el Palacio del Elíseo por Emmanuel Macron. El encuentro, disfrazado de gesto diplomático, revela un preocupante pragmatismo europeo que, bajo la excusa de la estabilidad regional, está dispuesto a ignorar los antecedentes oscuros de un líder sin legitimidad.

Un recibimiento cargado de cautela e hipocresía

La llegada de al-Sharaa no estuvo exenta de controversia. Su exvinculación con Hayat Tahrir al-Sham, una facción islamista con un historial de violencia sectaria, debería bastar para desaconsejar cualquier contacto. Sin embargo, Macron optó por recibirlo, justificando el gesto con argumentos de "realismo político". La reunión, blindada ante la opinión pública, contó con diplomáticos europeos y observadores internacionales que parecen olvidar que la democracia no puede construirse sobre impunidad.

Diálogo con condiciones que nadie hará cumplir

Entre los temas discutidos estuvieron la reconstrucción de Siria, los derechos de las minorías religiosas, y el eventual alivio de sanciones. Pero en la práctica, el discurso de al-Sharaa suena vacío frente a los informes que lo vinculan con represalias, represiones y desplazamientos forzados. Macron habla de transparencia y derechos humanos, pero su acción concreta fue recibir a un hombre que aún no rinde cuentas ni representa a la totalidad de su pueblo.

Legitimación apresurada, críticas fundadas

Francia rompió relaciones con el régimen de Assad en 2012, pero hoy parece dispuesta a repetir errores del pasado. La reanudación de lazos con figuras como al-Sharaa no es un gesto de audacia, sino de debilidad diplomática. Organismos de derechos humanos y parlamentarios franceses han denunciado que esta visita representa una concesión moral inadmisible.

Ni la retirada de EE.UU. ni la presión de potencias regionales justifican la claudicación ética de París. Francia intenta recuperar peso en la región a cualquier costo, incluso si eso significa dar la bienvenida a un hombre cuya transición fue impuesta por fuerza y no por consenso.

Fondos para un proyecto incierto

El plan de reconstrucción que presenta al-Sharaa carece de garantías. Los 250.000 millones de dólares que demanda Siria corren el riesgo de ser utilizados por una estructura estatal aún penetrada por actores corruptos, redes de clientelismo y lealtades inestables. La insistencia de al-Sharaa en levantar sanciones no parece responder a la urgencia humanitaria, sino a la necesidad de estabilizar un poder que aún genera rechazo en vastos sectores de la población siria.

Macron, sin estrategia ni convicción

El presidente francés parece decidido a jugar el rol de mediador sin tener la autoridad moral ni una hoja de ruta clara. El Élysée insiste en que se trata de una apertura táctica, pero la falta de condiciones reales, de control y de límites concretos deja a Francia expuesta a ser utilizada como plataforma de legitimación internacional por un actor cuestionado.

Este gesto de Macron no fortalece a Francia: la expone. Y al-Sharaa no representa una nueva Siria, sino una continuación camuflada de las mismas lógicas de poder que han devastado al país durante más de una década.