
por Claudio Corsalini
En un mundo cada vez más interconectado, el dominio del idioma inglés se ha vuelto una herramienta clave para el desarrollo académico, profesional y social. En Argentina, su enseñanza ha ganado terreno dentro de las políticas públicas, pero aún persisten barreras que limitan su acceso y calidad, especialmente en el nivel primario y en regiones vulnerables del país.
Según datos recientes de la Secretaría de Educación de la Nación, en 2023 el 54 % de los estudiantes de primaria y el 84 % de secundaria reciben clases de inglés. Sin embargo, la cobertura es desigual. Mientras que en provincias como Jujuy más del 90 % de los alumnos acceden al idioma, en Formosa el porcentaje cae abruptamente al 6 %.
Un informe conjunto del British Council y CIPPEC analiza esta realidad y advierte sobre múltiples desafíos: escasez de docentes, diferencias curriculares entre niveles, falta de alineación con estándares internacionales y dificultades en la continuidad del aprendizaje. La brecha entre escuelas estatales y privadas también es significativa.
La Ciudad de Buenos Aires muestra un panorama favorable: el inglés es obligatorio desde primer grado y alcanza al 88 % del alumnado de primaria. No obstante, la continuidad en secundaria baja al 77 % y enfrenta desafíos pedagógicos. En Córdoba, la cobertura es del 72 % en primaria y del 94 % en secundaria, con foco en competencias interculturales, aunque se observan problemas vinculados a la estabilidad docente y la asistencia a la jornada extendida.
En Jujuy, con una cobertura superior al 90 %, el inglés llega a zonas rurales, aunque allí la dificultad radica en atraer y retener docentes capacitados. En contraste, provincias como Formosa aún enfrentan una deuda pendiente en este aspecto.
Entre las recomendaciones más urgentes, el informe propone la creación de equipos técnicos especializados en cada jurisdicción educativa, responsables de planificar, implementar y monitorear políticas lingüísticas. También se sugiere revisar los diseños curriculares para alinearlos con el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (MCERL) y establecer metas claras para cada etapa del recorrido escolar.
Asimismo, se plantea la necesidad de mejorar las condiciones laborales docentes, implementar evaluaciones estandarizadas para conocer los niveles reales de competencia y asegurar una articulación efectiva entre niveles educativos que garantice continuidad en el aprendizaje del idioma.
Frente a la creciente demanda global por habilidades lingüísticas, Argentina se enfrenta al desafío de diseñar una política pública integral, sostenida y equitativa que garantice el derecho al aprendizaje del inglés para todos los estudiantes, sin importar su origen o región.