
Alejandro Emanuel Meza, un joven de 25 años, pactó la venta de una pulsera por internet y desapareció: tres días después fue hallado asesinado. El caso dio un giro inesperado cuando uno de los sospechosos confesó haberlo asesinado de un balazo y enterrado en un predio de difícil acceso.
Todo comenzó con una venta. Alejandro, según relató su hermano Marcos Meza, había comprado una pulsera de oro con un dije en forma de cruz, valuada en 150.000 pesos, con la intención de revenderla para obtener una ganancia.
Publicó el artículo en sus redes sociales y al poco tiempo apareció un interesado, que compró solamente el brazalete por 300.000 pesos. Sin embargo, días más tarde el mismo hombre volvió a contactarse con Alejandro, esta vez para adquirir el dije que había quedado pendiente.
El joven acordó el nuevo encuentro en la casa de su padrastro. Fue la última vez que se lo vio con vida.
La investigación policial se aceleró cuando las cámaras de seguridad revelaron una escena clave: Alejandro fue obligado a subir a un auto Renault Logan, acompañado por dos hombres. Esa pista permitió identificar y detener a los sospechosos: un hombre de 35 años y un joven de 21.
El mayor de ellos confesó haberle disparado a Alejandro, mientras que el más joven admitió su participación en el entierro del cuerpo. Con esa información, la Policía localizó el lugar exacto donde había sido enterrado el cadáver y también halló el arma utilizada en el homicidio.
LN