
El nombramiento de Robert Prevost como Papa León XIV tras el fallecimiento de Francisco ha generado controversia inmediata, no sólo por el perfil conservador del pontífice estadounidense, sino por una serie de denuncias de encubrimiento de abusos sexuales ocurridos durante su etapa como obispo en Chiclayo, Perú.
Según una investigación publicada en septiembre de 2024 por el programa Cuarto Poder, tres mujeres -una de ellas identificada como Ana María Quispe- denunciaron públicamente haber sido víctimas de abuso sexual en contextos eclesiásticos cuando eran niñas. Las tres coincidieron en algo fundamental: llevaron sus denuncias al entonces obispo Prevost, quien las ignoró y permitió que los agresores continuaran ejerciendo sus funciones.
Quispe relató haber sido abusada a los nueve años por el sacerdote Ricardo Yesquén: “Me sentó en sus piernas y empezó a besarme. Me quedé helada. No dormí nada. Después me levanté a vomitar”. Pese a la gravedad del caso, el cura sólo fue trasladado de parroquia. Otra víctima, excatequista, afirmó que fue abusada en Cueva Blanca a los once años: “Me abrazaba por debajo del polo durante la madrugada”. El patrón se repitió: denuncia ignorada, agresor protegido.
Más aún: el sacerdote implicado habría reconocido los abusos ante Prevost, según el reportaje. Sin embargo, las denuncias fueron archivadas por la iglesia en 2022, y nunca se les asignó a las víctimas un abogado canónico, requisito indispensable para avanzar en los procesos internos del Vaticano.
La diócesis de Chiclayo reconoció en un comunicado que las denuncias fueron derivadas a la Santa Sede, pero jamás se conoció una sanción canónica contra los abusadores. Por su parte, la fiscalía peruana archivó los casos por prescripción, aunque se trataba de delitos cometidos contra menores, que en el fuero eclesiástico no prescriben.
Este escándalo se suma a la histórica falta de respuesta de la Iglesia Católica frente a los casos de abuso en América Latina. En Perú, el caso del Sodalicio de Vida Cristiana, documentado por los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz, ya había revelado el patrón sistemático de protección a los agresores sexuales dentro de la estructura eclesial.
La elección de Prevost como Papa León XIV contradice el mensaje de tolerancia cero que Francisco impulsó durante su papado, y pone en entredicho el compromiso real de la Iglesia con las víctimas.
Para las tres mujeres que denunciaron, el ascenso de Prevost no es un motivo de esperanza, sino una confirmación del silencio institucional que aún impera en el Vaticano.